Liminar
Siempre me ha maravillado la ingeniosidad de los pueblos para crear frases propias, y la del cubano es extraordinaria. Hace muchos, muchísimos años, cada vez que leía un libro cubano comencé a marcar en los márgenes las frases que, a mi entender, eran nuestras. Y un buen día, allá por el año 1992, cayó en mis manos el Diccionario de ecuatorianismos en la literatura, de María Jaramillo de Lubensky. Aunque me pareció bastante osado por mi parte -soy química-, e improbable la materialización de la idea, decidí comenzar la preparación del libro que ahora tienen ustedes en sus manos.
Confieso que en aquellos momentos pensé que sería fácil y rápido. Pero una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero, y estar casada con un editor (un editor puntilloso) me cambió la bola. No se trataba simplemente de recoger frases y locuciones: había que cotejar con el diccionario académico para verificar si aparecían registradas como cubanas o -si estaban registradas como del español general- comprobar que las acepciones dadas por nosotros no lo estaban; revisar los diccionarios de cubanismos; ampliar la búsqueda. Tenía a mi favor que durante mi vida como química me había dedicado a la investigación y que contaba como coautor con Fernando Carr Parúas, mi esposo, quien por muchos años se ha dedicado a investigar y escribir acerca del uso y el abuso de la lengua española, además de ser un experimentado editor.
Si bien el trabajo ha sido arduo, no puedo considerarlo un «trabajo»: Conocí obras que no había leído; descubrí que autores considerados «difíciles» por no usar generalmente un lenguaje coloquial también han empleado voces populares; aprecié en todo su valor la obra de nuestros diccionaristas. En fin, que este libro no ha sido el «fruto de mi trabajo», sino un disfrute y un aprendizaje extraordinarios.
Ya en Cuba, desde el siglo xix, Esteban Pichardo Tapia (Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, 1799-La Habana, 1879) en su Diccionario provincial casi razonado de vozes (sic) y frases cubanas, recogió numerosas frases cubanas, entre ellas: arrancar la tira del pellejo, vomitar como aura, tener la cría muerta, estar en la edad de la punzada, saber donde el jején puso el huevo, dar una pela, comer como nigua, hacer la paloma, trabajar para el inglés. El diccionario de Pichardo tuvo cuatro ediciones en ese siglo y todas variaron en algo el título. El que aparece antes es el nombre correspondiente a la última edición.
Después, muchos autores continuaron haciéndolo y así se fue enriqueciendo el caudal de voces cubanas en el diccionario de la Real Academia Española: Arturo Montori, Constantino Suárez, el Españolito, Fernando Ortiz, Dihigo, Martínez Moles, Zayas, Rodríguez Herrera.
En el período posterior a 1959 hubo unos años de silencio con relación a los diccionarios de cubanismos, como si con el advenimiento y desarrollo de la Revolución Cubana se hubiesen agotado la imaginería y el gracejo popular, cuando en realidad fue todo lo contrario. Y, aunque parezca inconcebible, los primeros diccionarios de cubanismos publicados después de esta etapa fueron escritos... en Miami, entre ellos el Tesauro de cubanismos (1968), de Antonio Carbajo; el Diccionario de cubanismos (1972), de Darío Espina Pérez; y el Diccionario de cubanismos más usuales, de José Sánchez-Boudy, publicado en 1978. Pero es innegable que sus autores -cubanos exiliados- pretendieron mantener las formas populares del habla cubana. En este sentido destaca la obra de Sánchez-Boudy, pues en ella no solo aparecen cubanismos tradicionales -y me refiero a aquellos recogidos por Pichardo y nuestros primeros diccionaristas-, sino otros de más reciente creación tanto de los cubanos «de allá» como de los «de acá», entre ellos: cobarde (en su acepción de 'malo, de calidad inferior'), ñámpiti gorrión, llevar como carrito de helado. No sería hasta varios años después, en 1982, que Argelio Santiesteban diera a conocer su libro El habla popular cubana de hoy, y Carlos Paz Pérez, en 1988, De lo popular y lo vulgar en el habla cubana. En el año 2000 se publicó en España el Diccionario del español de Cuba, magnífica obra de las especialistas cubanas Gisela Cárdenas y Antonia María Tristá, y de Reinhold Werner.
En este diccionario hemos recogido más de tres mil frases y locuciones cubanas que han sido empleadas por más de trescientos autores cubanos. Por supuesto, las frases que aquí aparecen no constituyen todas las frases cubanas existentes, sino solo aquellas de las cuales hemos encontrado registros. Tampoco puede inferirse que las que faltan no hayan sido empleadas por autores cubanos, sino solo que no las hemos hallado en nuestra investigación. Al hacer este libro no se revisaron ni todos los autores cubanos ni todas las épocas: sería esta una labor interminable y fuera de nuestras posibilidades. Véase, pues, este libro, solo como una modesta muestra de la riqueza e imaginación de este pueblo extraordinario que encuentra dichos hasta para las situaciones más adversas.
A continuación se exponen brevemente algunas características de este diccionario, así como una información general de la metodología empleada:
El Diccionario de frases populares en la literatura cubana está dirigido a cualquier persona interesada en conocer cuáles frases y locuciones han sido registradas por autores cubanos y las obras donde aparecen tales registros, y puede ser consultado sin necesidad de instrucciones o aclaraciones previas.
El diccionario no es normativo, pues no pretendemos los autores establecer normas ni preceptos de tipo alguno. Solamente hemos tratado de ofrecer al lector el resultado de la investigación realizada, con independencia de la connotación ideológica, política o social que tales locuciones, frases o refranes puedan tener.
- La literatura revisada comprende la etapa desde el siglo xix hasta el xxi.
- Están recogidas algunas frases españolas con un significado totalmente distinto al de uso en España. En ocasiones el significado cubano coincide con el registrado en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) como propio de otros países de América.
- Aunque no es este un diccionario etimológico, en una buena cantidad de frases se brinda la explicación semántica para una mejor comprensión de su significado.
- Una gran parte de las frases incluidas en el diccionario han sido registradas como cubanismos por otros autores y también por el DRAE, pero esto no se especifica en las entradas, ya que no estamos en presencia de una obra contrastiva, sino solo descriptiva.
- Hemos considerado autores cubanos a quienes lo son de origen y a aquellos que, sin haber nacido en Cuba, desarrollaron aquí la mayor parte de su vida y su obra, se hayan nacionalizado como cubanos o no.
- El léxico propiamente dicho está integrado por artículos lexicográficos, y cada uno de ellos consta de una entrada o título del artículo ordenados alfabéticamente. A su vez, en cada entrada aparecen las frases, locuciones y remisiones, también debidamente indizadas.
- En cada frase o locución se ofrece su categoría gramatical y su definición y, a continuación, las citas de tales frases en la literatura consultada. Muchas de las frases tienen más de una acepción cubana, pero aquí solamente aparecen aquellas acepciones relacionadas con las citas literarias que se dan como ejemplos.
- Las definiciones se han elaborado, en su inmensa mayoría, en sentido estricto, y también mediante metalenguaje que comienza por «Se usa [...]», «Se emplea [...]», «Expresa [...]», etcétera. En ocasiones, cuando una frase cubana es muy similar a una española y ambas tienen igual significado, se dice que equivale a la frase española tal y aparece el significado de esta. Además, se ha evitado incluir sinónimos, coloquialismos y criterios personales en las definiciones.
- Al clasificar las frases o locuciones no se incluyó la marca de coloquial en aras de ahorrar espacio, pues prácticamente todas lo son.
- No incluimos las marcas de vulgar ni malsonante porque lo que puede ser vulgar, grosero o malsonante para un hablante tal vez no lo sea para otro, en dependencia de su edad, criterios éticos o nivel educacional, entre otras causas.
- Tampoco hemos incluido marcas diatópicas, es decir, las relacionadas con la extensión geográfica de una lengua, porque la procedencia geográfica de las frases abarca todo el territorio nacional, salvo algunos casos que se especifican.
- El orden que se siguió preferentemente para las entradas de las frases o locuciones, como constan de varios vocablos, fue el siguiente: sustantivo, verbo (excepto en los casos de verbos auxiliares), adjetivo, pronombre y adverbio. No obstante, en ocasiones fue alterado porque entendimos que el sentido de la frase así lo exigía. Ejemplos:
- La locución ancho como pantalón de chino se indizó por el adjetivo ancho, y no por los sustantivos...