Nota sobre las fuentes
Las fuentes de las que bebe esta biografía son múltiples -en la bibliografía se ofrece una lista completa de todas ellas-, pero es conveniente mencionar aquí las más importantes.
La fuente primaria de cualquier libro que trate sobre Burton es, por descontado, el propio Burton. Sus obras son asombrosas tanto por el espectro que abarcan como por sus detalles, capacidad de comprensión, erudición, complejidad y humor cáustico. Hay muchísima información de interés biográfico enterrada donde menos se espera, y a menudo disfrazada tras el velo de una anécdota relativa a «un oficial que fue conocido mío» o tras un diálogo entre personajes imaginarios -«Mr. John Bull» no es más que un ejemplo-, pues Burton tenía múltiples formas de dar al lector determinada información acerca de su persona o de revelar ciertos estados del alma, ciertas actitudes, refiriendo historias acerca de determinados personajes que, a la postre, no son otros que el propio teniente Burton en persona. Me remito a la bibliografía, donde se ofrece una lista exhaustiva de las obras de Burton.
La fuente que le sigue en importancia es la biografía que escribió Isabel Burton de su marido, obra en la cual, para bien o para mal, han de inspirarse todas las demás. Se trata de The Life of Captain Sir Richd F. Burton, K. C. M. G., F. R. G. S., publicada en 1893. La obra de lady Burton es descomunal, aparte de errática y desordenada; repetidas veces omite sus fuentes y no pocas fechas. («Lady Burton no era la persona más indicada para redactar la biografía de su esposo», comentó enfadado Norman Penzer, bibliógrafo de Burton). El libro, ahora bien, es una mina de oro. para quien esté dispuesto a excavar. Lady Burton no solo incluye tres breves capítulos autobiográficos escritos por el propio Burton, sino que también introduce «casi» todo lo demás, no solo los hechos «verdaderos», sino los hechos que vio con sus propios ojos, a veces de forma sesgada, por no hablar de las opiniones personales, las observaciones de su propio caletre, algunas anécdotas irrelevantes, pensamientos que no hacen al caso y consideraciones a posteriori, cartas, recortes de periódicos. En fin, todo aquello de que dispusiera en su escritorio y que en un momento dado le pareciera oportuno.
Los tres fragmentos autobiográficos de Burton son por desgracia una fuente algo tacaña respecto de lo que se sabe de sus primeros años de vida. El primero y más largo de los tres fue dictado por el propio Burton a su esposa, durante los lánguidos días del viaje que los llevó en barco a la India, en 1876; abarca el periodo comprendido entre su nacimiento en 1821 y el final de su estancia en la India, en 1849. Isabel asevera haber reproducido con toda exactitud su dictado, aunque cabe poner en tela de juicio no solo dicha exactitud (yerra por completo cuando transcribe ciertos nombres indios y persas, lo cual induce al lector a sospechar del resto del material), sino también su fiabilidad, toda vez que es bien sabida su afición a suprimir o a reescribir todo aquello que le disgustaba de la obra de su esposo. En cualquier caso, buena parte del material autobiográfico que contienen los fragmentos es puro resumen), poco más que un simple perfil cronológico. El relato que hace Burton de su iniciación entre los brahmanes Nagar exige la incorporación de otros datos procedentes de otras fuentes, al igual que su implicación con el renegado noble persa, el agha khan Mahallati, o su unión con los ismaelíes, su iniciación en la hermandad de los qadiríes, la práctica de la danza de las espadas del culto sufí, conducentes al éxtasis, o los relatos de la vida en los burdeles de varios puertos de atraque en la costa de la India. La segunda sección es una simple síntesis del mismo material, redactada para un amigo suyo, llamado Francis Hitchman, que escribió la primera biografía completa (pero no crítica) de Burton. El tercero es un autorretrato de Burton (en tercera persona) mientras trabajó como agente secreto en activo, por diversas regiones del oeste de la India. (Todo este material fue publicado originalmente como apéndice de Falconry in the Valley of the lndus [Cetrería en el valle del Indo], obra de Burton publicada en 1852). Desde 1843 y en lo sucesivo existe gran abundancia de material autobiográfico en las obras del propio Burton, desde sus búsquedas místicas hasta sus adicciones y obsesiones.
Georgiana Stisted, sobrina de Burton e hija de su única hermana, lady Maria Stisted, dio a la imprenta una biografía breve pero todavía hoy significativa, The True Life of Capt. Sir Richard F. Burton [etc.], publicada en 1896. Se trata de una obra bastante corta, y en parte constituye una refutación de la escrita por Isabel Burton, quien le desagradaba intensamente. Miss Stisted pudo inspirarse en los recuerdos que guardaba su madre respecto de la niñez y la juventud de Burton; escribe además abiertamente de la gran pasión de la vida de su tío, la misteriosa «muchacha persa» que ignoró por completo Isabel. Asimismo, miss Stisted dispone de otros materiales que Isabel también ignora, o que al menos considera de otro modo, sobre todo en lo tocante a las creencias religiosas de Burton. En su calidad de católica romana, a Isabel le gustaba pensar que su marido también lo era, aun cuando fuese con una errática sinceridad. Miss Stisted en cambio se muestra convencida de que su tío fue un miembro fiel, aunque no practicante, de la Iglesia de Inglaterra. (Sus amigos íntimos creían que era agnóstico o ateo).
The Life of Sir Richard Burton (1906), de Thomas Wright, fue escrita después de la muerte de lady Burton y de Georgiana Stisted; contiene anécdotas e informaciones que faltaban en las biografías precedentes, y es de utilidad al referirse a otros episodios desconocidos o no aclarados de la vida de Burton, aunque hay que estar en guardia y prevenido contra los posibles errores. Wright entrevistó a muchos de los amigos de Burton, y tuvo acceso a diversas cartas y otros inéditos. De todos modos, y muy al contrario que su biografiado, Wright era bastante mojigato: «En lo tocante a las cartas de Burton», escribe, «he suprimido sin piedad todos los pasajes e incluso las frases que pudieran resultar ofensivos». Hoy en día, muchas de las cartas de Burton (y tantos otros materiales) están secuestradas, en colecciones privadas o estatales, sin que nadie haya podido leerlas o examinarlas.
Isabel Burton pudo iniciar su propia autobiografía en colaboración con W. H. Wilkins, pero falleció antes de terminarla. Wilkins publicó el libro en 1897 con el título de The Romance of Isabel Burton. Norman Penzer, siempre con ojo crítico, afirma que «la participación de Wilkins. no se debió a ninguna genuina admiración por la persona de lady Burton, sino a razones mucho más personales». Al parecer, esperaba hacerse con el control de una parte del legado literario de Burton.
Los biógrafos del siglo XIX son merecedores de gran credibilidad por todo lo que dijeron acerca de esta personalidad asombrosa, aunque tengan sus faltas. De todos modos, todos ellos ofrecen una visión inmaculada y sin tacha de Burton, pintándolo como el hombre con el que toda madre de la época victoriana habría deseado desposar a su hija preferida. Isabel y Georgiana se saltan casi todo lo que habría sido motivo de azoramiento, no solo los episodios sexuales, sino también las opiniones políticas.
La primera obra objetiva acerca de Burton no iba a ser una biografía, sino una bibliografía: An Annotated Bibliography of Sir Richard Francis Burton, K. C. M. G. (1921), de Norman Penzer, que no solo proporciona descripciones y estimaciones de las obras de Burton, sino abundante información al hilo. Los comentarios y opiniones de Penzer, junto con el hecho de que pudiera aprovechar información de primera mano de personas que trataron y conocieron a Burton, como es su médico personal, el doctor Frederick Grenville Baker, son de especial interés.
Durante estas décadas y las que siguieron, las biografías de Burton manifestaron una tendencia a ocuparse del Burton fantasmagórico, y no merece la pena considerarlas con seriedad. The Devil Drives [A las órdenes del diablo, 1967], de Fawn Brodie, constituye el primer intento de escribir una biografía seria y erudita de Burton. Brodie ha desenterrado materiales previamente inéditos, perdidos o desconocidos. El libro es susceptible de criticarse por aplicar el análisis freudiano a un individuo de otro siglo, cuyo mundo no era por cierto la Norteamérica suburbial y académica de la Costa Oeste, sino la Europa revolucionaria, el Asia colonial, el África negra e ignota, el Oriente musulmán en continuo desorden.
Por último hay que hacer mención de los dos volúmenes publicados por el socio de Burton en la exploración del África Central y Oriental, John Hanning Speke, que empezó siendo su amigo y compañero ante los peligros y terminó siendo uno de sus peores y más inflexibles enemigos. Los dos volúmenes de Speke, Journal of the Discovery of the Source of the Nile [Diario del descubrimiento de las fuentes del Nilo] y What Led to the Discovery of the Source of the Nile [Lo que condujo al descubrimiento de las fuentes del Nilo], abarcan el mismo terreno que las obras dedicadas por Burton a la misma expedición, aunque dé la impresión de que fueron escritos con otra región de África en mente, acerca de otra aventura distinta. Sin embargo, y a pesar de toda la cólera que contienen, los errores de interpretación y las equivocaciones, son un comentario esencial sobre esta parte de la vida...