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(Emérita Augusta, siglo I d.C.)
De repente1, un grito en la noche. Pomponia se despierta. Su marido Manlius duerme profundamente a su lado. Va a cerrar los ojos, cuando ve una sombra que cruza corriendo por delante de la puerta del cubículum2. Pomponia se sienta y despierta a Manlius.
-¿Qué pasa? - pregunta este todavía medio dormido.
-Un grito, Manlius.
-¿Un grito?
-Hay una persona en el atrio3. Tenemos que mirar quién es. Por Júpiter, ¡el niño!
Manlius se levanta como un rayo4, toma la espada5 y corre al atrio. Pomponia va detrás de él. Entran en la habitación del hijo, Horatius, que duerme tranquilamente. Pomponia va entonces a la habitación de su hermana Priscilla y empieza a gritar.
-¡Mi hermana!
Cuando Manlius entra, ve el cadáver de la muchacha en un charco de sangre6.
-¡Drust! ¡Aunin! -grita Manlius.
Los dos esclavos aparecen pronto.
-¡Debéis ir inmediatamente a buscar a los soldados stationarii7! ¡Priscilla está muerta!
Los soldados llegan acompañados del legado8 Iulius. Manlius es un tribuno militar de la legión V Alaudae, que todo el mundo conoce por sus victorias sobre los cántabros. Pomponia es la sobrina9 de uno de los senadores más significativos de Roma. Es muy importante para el legado Iulius encontrar al autor del crimen. Conoce el destino de otros legados, cuando pasa algo que afecta a la familia de un senador y no se encuentra al criminal.
-¿Y dicen que todas las cosas de valor están en su lugar? Es decir, que no es un robo10 -dice Iulius.
-Quizás11 es la acción de algún enemigo de la familia de mi mujer -comenta Manlius.
-Quizás. -responde Iulius- quizás no. Querido, Manlius, mi consejo es poner varios soldados en la puerta día y noche hasta saber algo más.
Cuando salen a la calle, Iulius le pregunta:
-¿Tienes confianza en tus esclavos? Quizás tienes el enemigo dentro de la casa. Adiós, Manlius, mañana voy a volver para ver cómo sigue todo.
El bebé se queda en la casa con el esclavo Drust, mientras ellos participan en las ceremonias funerarias12 por Priscilla y llevan sus restos al columbárium13. Las calles de la ciudad están llenas de personas que celebran los Juegos Florales14. En el camino de vuelta, Manlius se despide de Pomponia en el Cardus Maximus15 para ir a una ceremonia en el anfiteatro en honor de todos los soldados de la legión por sus victorias en las guerras cántabras.
-¿De verdad que no quieres venir? Puede ayudarte a pensar en algo diferente - le dice Manlius.
-No, gracias, además, voy a entrar en el Templo de Diana a dejar una ofrenda16 -responde ella mientras abre una bolsa y aparece un poco de pelo de su hijo.
-Pero Pomponia. Eso son supersticiones17.
-No, no lo son. Diana va a proteger a nuestro hijo si se lo pido. Diana es generosa con todos los que se acuerdan de ella.
Se hace un silencio entre los dos, como una isla sin sonido en el medio de tanta gente que grita y baila.
-¿Vamos a volver pronto a Roma? La carta de mi tío te promete un alto puesto18 en la ciudad.
Manlius abraza a su mujer.
-Sí, pronto vamos a salir de aquí. ¡Aunin! -dice a su esclavo-. La ciudad está llena de gente, debes estar siempre al lado de la señora.
Aunin responde que sí y muestra el puñal19 que lleva consigo. Sin embargo20, es difícil estar juntos en aquel mar de personas con máscaras y caras pintadas y en esa locura de música, danzas y alcohol, y así, cuando llega al templo de Diana, Pomponia está sola. Después de dejar la ofrenda en la mesa delante de la estatua y pronunciar unas oraciones, Pomponia sale del templo. No ve a su esclavo y se imagina que puede estar ya en casa, que está en la calle paralela. Entonces ve una figura con una capucha púrpura que está inmóvil en el medio de la gente. Tiene un mal presentimiento21 y está segura de que su hijo en la casa está en peligro22. Empieza a correr con solamente la imagen de su bebé en mente. La figura púrpura se pone a correr detrás de ella.
-Solamente cien pasos23 y ya.
Pero la figura la alcanza24 y le clava25 un puñal repetidas veces en la espalda. Los gritos de Pomponia se mezclan y confunden con los gritos y risas de la gente que celebra los Juegos Florales.
-Este es mi mensaje a Roma -le dice la figura púrpura al oído. Los ojos de Pomponia están más abiertos que nunca antes de morir.
Manlius tiene que ir por segunda vez en una semana al cementerio. Esta vez para acompañar el cadáver de su esposa. El legado Iulius está también presente. Observa la escena desde la distancia. Estos dos crímenes van a tener sin duda26 un efecto negativo en su carrera. El tío de Pomponia y Priscilla es conocido por su poca tolerancia a errores administrativos. Es un senador de la vieja escuela y consciente de sus deberes. Manlius, el marido, está seguro de que es una conspiración27 de enemigos del tío senador de su mujer Pomponia y de su cuñada28 Priscilla. Sin embargo, hay algo en esa teoría que no funciona muy bien, pero no sabe decir qué es porque no hay demasiados elementos y casi todos son hipótesis y teorías. Mientras la familia y los esclavos están en el funeral, los soldados de Iulius están en la casa buscando pruebas29 o algún indicio de quién está detrás de aquellos crímenes.
Pero parece que sus dudas no van a durar mucho. Uno de sus soldados llega corriendo rápidamente desde la puerta de la ciudad.
-¿Qué es?
-Señor -exclama el soldado casi sin poder respirar-, entre las cosas del esclavo Aunin hay un puñal y una capucha púrpura con restos de sangre.
Iulius está aliviado30. Aquello pone fin a la historia y ahora su carrera militar y política parece ya estar fuera de peligro. Cuando la familia vuelve del funeral, los soldados detienen31 al esclavo Aunin, que grita una y otra vez que es inocente. Manlius no puede creer que su esclavo sea culpable, pero finalmente da permiso a Iulius para arrojarlo32 en un saco con piedras al río Guadiana.
Esa noche Manlius está con su esclavo Drust, traído de sus campañas contra los pueblos celtas en el norte de la península.
-¿Tienes ya la carta de manumisión33? - pregunta Drust.
-Sí, está encima de la mesa, ya eres un hombre libre.
-¿Crees que el legado va a querer saber más?
-Tranquilo, el caso está cerrado. Nadie va a sospechar34 de nosotros.
-¿Qué va a pasar ahora?
-Todavía hay grupos en Lusitania que luchan contra Roma. Quiero continuar aquí en la guerra. Es mi vida. Ahora que Pomponia y Priscilla están muertas, mi tío político no va a hacer nada para llevarme a Roma con él. Tú y yo vamos a estar juntos en la casa y en la guerra.
Hay un silencio entre Manlius y el esclavo. Todavía se oyen algunas personas cantando por las calles....
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