1. ¿Qué es el contentamiento?
2. El Dios que está satisfecho
3. Más de lo que merezco
4. Izquierda, derecha, izquierda...
5. Más allá del envoltorio brillante
6. ¡Simplemente, di no!
7. Quedaos quietos y reconoced
8. La esposa fiel
9. Todavía no estamos en casa
Capítulo 2
El Dios que está satisfecho
Poco después de mi conversión, me di cuenta de que era como si los cristianos, a menudo, hablasen en un idioma extranjero. Utilizaban palabras que jamás había oído antes y mencionaban conceptos que me eran totalmente desconocidos. Al no haber crecido en un hogar cristiano, me sentía un poco perdido, incluso cuando ya conocía a Dios. Así que hacía muchas preguntas, especialmente "por qué". Mis hermanos y hermanas de la iglesia solían sonreír y contestar mis preguntas con mucha paciencia. Estoy muy agradecido a todos los que escucharon y respondieron a mis preguntas con gracia y amor.
Al cabo de más de quince años, todavía me pregunto por qué. Cuando llegamos a un tema como el contentamiento, parece que, por lo general, la gente sabe cómo responder a las preguntas. Si entrásemos en diez iglesias donde se cree en la Biblia y preguntásemos: "¿Deberían los cristianos estar satisfechos?", la mayoría respondería que sí. Pero, ¿qué responderían si les preguntásemos "por qué"? Algunos dirían que no lo saben, pero otros dirían porque la Biblia lo dice.
¿Por qué debería estar satisfecho en Dios? ¿Cómo lo consigo? ¿Qué pasa si no lo estoy? ¿Qué compite con mi contentamiento? ¿Por qué compite? Como ves, la pregunta "¿Por qué?" engloba mucho más de lo que se suele decir en la iglesia. Dios es un Dios grande y no solo puede contestar nuestras preguntas, sino que se deleita en hacerlo.
Debemos pensar bíblicamente y cuidadosamente sobre este tema. Cuando lo hagamos, enseguida nos daremos cuenta de que el contentamiento es algo que anhelamos pero que se nos escurre entre los dedos. Esta lucha no ocurre solo en unas pocas almas inquietas, sino que es algo común en todos nosotros. Sin embargo, tenemos un marco para ello y, de hecho, es esta inquietud y búsqueda universal de una experiencia que llene nuestra alma lo que revela un aspecto fascinante de nuestra humanidad: fuimos creados para estar satisfechos. C. S. Lewis observó, sagazmente, que la presencia de un anhelo insatisfecho y continuo parecería indicar que fuimos creados de tal modo que solo algo de otro mundo puede satisfacernos.1 En otras palabras: el mundo y la forma en la que lo experimentamos no pueden traer la burbuja al centro de la mirilla de nivel. Si lo dejáramos en manos de nuestra inclinación y patrones naturales, siempre estaríamos inquietos y descentrados.
La clave para experimentar el contentamiento es aprender de dónde viene, por qué es escurridizo y cómo podemos obtenerlo.
¿De dónde viene el contentamiento?
Imagina que estás viajando atrás en el tiempo hasta sus inicios. Justo a la izquierda de las palabras "En el principio" en Génesis 1:1, todavía no se ha creado nada: ni tierra, ni personas, animales, plantas u océanos que la llene. No vemos nada. Sin embargo, esto no significa que no exista nada. A través de la Biblia, incluso desde las primeras palabras en Génesis, sabemos que Dios existía antes de la creación y que lo creó todo por su voluntad soberana (Gn 1:1). Pero, ¿qué estaba haciendo Dios? ¿Dónde estaba? ¿Cómo era? ¿Estaba aburrido? ¿Se sentía solo? ¿Estaba inseguro?
Considera la fuente
Antes de que podamos responder estas preguntas, hay otra todavía más fundamental: ¿Quién es Dios? La Biblia nos enseña que Dios es uno, es decir, es uno en su esencia o ser. Al mismo tiempo, Dios existe en tres personas distintas, co-iguales y co-eternas que se glorifican entre sí y disfrutan de estar la una con la otra. Estas tres personas son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A esto lo llamamos Dios en tres personas, la Trinidad. Cuando miramos por encima de la valla de Génesis 1:1, estamos mirando a un Dios que existe en su comunidad trinitaria, perfectamente diversa y unificada a la vez. Estamos mirando lo que Fred Sanders llama "la feliz tierra de la Trinidad".2
¿A quién vemos cuando miramos por encima de la valla? Las Escrituras nos hablan mucho de Dios, lo que nos ayuda a informar y moldear nuestra comprensión sobre él.
Dios es eterno. Esto simplemente significa que Dios no tiene ni principio ni fin. No está sujeto al tiempo pero "ve los sucesos en el tiempo y actúa en el tiempo"3 (véase Sal 90:2).
Dios no cambia. Dios ni ha cambiado ni cambiará jamás. Nunca veremos aparecer un cuarto miembro de la Trinidad ni Dios jamás dejará de ser. Él es y será para siempre el eterno "Yo soy" (Sal 102:26, Mal 3:6, Jn 8:58).
Dios es independiente. Dios no necesita nada ni a nadie. Es autosuficiente. Tal y como afirma Louis Berkhof, "la razón de la existencia de Dios se encuentra en Dios mismo, que, a diferencia del hombre, no depende de nada aparte de sí mismo. Dios es independiente en su ser, en sus acciones y virtudes, y hace que todas las criaturas dependan de él. Esta idea se halla expresada en el nombre de Jehová"4 (Hch 17:25; Ap 4:11).
Dios es amor. Esencialmente, el amor significa dar, más que recibir. El amor sacrificial de Dios es tan inherente a su carácter que Juan declara que "Dios es amor" (1 Jn 4:8). A menudo, pensamos en el amor que Dios expresa hacia su creación, y con razón, pero no deberíamos pasar por alto el amor de Dios antes de la creación. En la Oración del Señor, Jesús cita el amor que tenía con su Padre antes de la creación del mundo (Jn 17:24). También revela que la razón de su obediencia a la voluntad del Padre es que el mundo sepa que él, el Hijo, ama al Padre (Jn 14:31).
Dios está entregado a su gloria. Debido a que Dios es Dios, quiere que su gloria (valor, renombre, fama) se vea y se saboree.5 Esto significa que todo lo que Dios hace tiene el objetivo de comunicar su gloria, lo cual incluye la comunicación intertrinitaria y extratrinitaria, es decir, tanto las expresiones de la gloria de Dios dentro de la eterna Trinidad como la revelación de su gloria a lo largo de la historia. Dios busca y promueve constantemente su belleza y valor infinitos (Is 42:8).
Cuando juntamos estos puntos, nos damos cuenta de que Dios no tiene ni principio ni fin, que no cambia, es autosuficiente, rebosante de amor sacrificial y entregado incondicionalmente a su propia gloria. Para decirlo de otro modo, Dios está y siempre ha estado satisfecho en sí mismo.
¿Alguna vez te habías preguntado si Dios está satisfecho? En nuestro anhelo por aprender a estar satisfechos, es de suma importancia que veamos a Dios bajo esta luz. La Biblia lo presenta como el objeto y el modelo del contentamiento. Él está satisfecho en sí mismo y nos muestra que la única forma de lograr estar satisfecho es en él. Es por esto por lo que, cuando miramos por encima de la valla hacia la misteriosa "tierra feliz de la Trinidad", vemos al Dios que está perfectamente satisfecho en sí mismo.
La creación como el desbordamiento
y no como la carencia
Saber que Dios está satisfecho nos ayuda a tener un marco bíblico para la doctrina de la creación. A menudo, la gente habla del Dios Creador como si estuviera sentado con los brazos cruzados, sin nada que hacer y consumido por el aburrimiento o la soledad. Pero esta imagen es muy diferente de la que hemos visto en las Escrituras. Fred Sanders da en el clavo cuando observa que "Dios no creó el mundo para llenar la vacía mansión celestial con el ruido de piececitos corriendo. Dios no estaba anhelando compañía en medio de un cielo vacío".6 Cuando Dios creó, no lo hizo por una carencia, sino por una abundancia. Fue el desbordamiento del amor trinitario y la entrega a su gloria lo que llevó a Dios a crear. El universo entero es un anfiteatro construido por Dios para que tenga lugar la proclamación continuada de la gloria de Dios.
Los cielos cuentan la gloria de Dios,
el firmamento proclama la obra de sus manos.
Un día cuenta al otro la noticia,
una noche a la otra comparte su saber.
Salmos 19:1-2
Cualquier intento para comprender el contentamiento debe empezar con Dios. Al ser el único ser no creado, él es el único que no depende de nada o de nadie. Es completamente autosuficiente y, como tal, solo él está calificado para ser la fuente del contentamiento verdadero y duradero. Esto está muy claro. Sin embargo, ¿por qué el contentamiento es tan difícil de obtener?
¿Por qué el contentamiento
es tan difícil de obtener?
A menudo, nos encontramos, como seres humanos que somos, estancados en el desorden de nuestras vidas. Si no estamos atravesando alguno de los acontecimientos más importantes de la vida, nos sentimos estorbados por las persistentes molestias que nos trae y que nos irritan y desconciertan. Por esto, encontrar a alguien como el apóstol Pablo en su carta a los filipenses es como toparte con un unicornio mientras das tu paseo diario. Es como una historia que anhelamos creer, pero nuestras desilusiones pasadas nos impiden hacerlo.
Gracias a la Biblia, sabemos que Dios dio al ser humano el privilegio distintivo de ocupar la cúspide de la creación y el honor de ser creado a imagen de Dios (Gn 1:26-28). Dios ha grabado su imagen o semejanza en nosotros para que lo reflejemos y representemos en el mundo que ha creado.
La manera de reflejar y representar a Dios adecuadamente es obedeciendo su...