Nacimiento y primeros años
Reconstruir la vida de esta insigne mujer en la etapa de sus primeros años resultó una tarea difícil y laboriosa, si se tiene en cuenta la carencia de estudios históricos particulares -monografías- que pudieran dar una semblanza de ella. Por otra parte, ya no viven los protagonistas de entonces, solo existen versiones sobre su nacimiento y primeros años, por lo que fue necesario apoyarse en documentos y confrontarlos con otras fuentes, como juicios orales, por ejemplo; sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido su figura y su arte gravitan aún en numerosas mentes que la recuerdan con cariño.
A medida que se avanzaba en la búsqueda de información sobre Dulce María Serret, resultó fascinante descubrir en esta figura esa manera tan personal de ver la vida y enfrentarla, siempre con una sonrisa. Al leer y estudiar sus memorias, se comprende mejor el significado de su conducta y se entiende que fue una mujer dotada de una sutil inteligencia, que le permitió encontrar la fuerza para controlar la mirada hacia el pasado y saber mantener el porte erguido y seguro que solo poseen los grandes.
Dulce María Serret guardó celosamente los recuerdos de sus primeros años, nunca hizo referencia a su nacimiento, y hoy nadie puede dar una información certera de quién fue su padre. Solo ella fue la dueña de ese secreto; reconstruir esos primeros años y desandar por aproximadamente un siglo de la historia de una mujer reservada y seguir un rastro, ha sido una suerte para el investigador.
María Antonia Giraudy, su vecina, la recuerda muy bien, habla de ella como si su imagen estuviera presente. Sintió un gran cariño por Dulce y prueba de ello es su emoción manifiesta al referir:
[.] fuimos vecinas y amigas por más de treinta y cinco años, y ese tema nunca se trató en nuestras conversaciones. Nunca habló con nosotras de sus padres [.] Tendría yo ocho años más o menos cuando Dulce se mudó a la casa de San Jerónimo 454, con ella vino a vivir su hermano Antonio y la esposa de este, a la que todos llamaban cariñosamente Pillina. Te voy a decir, su nombre era Esperanza de la Caridad del Corazón de Jesús, pero imagínate, nadie la llamaba así, todo el mundo le decía Pillina. Antonio y Pillina tenían dos niños, José Antonio y Luisito, que tendrían aproximadamente seis y tres años; Dulce quería mucho a sus dos sobrinos, pero José Antonio era la vida de ella, lo consentía y mimaba en todo, creo que volcó en él todas las ansias de ser madre. Esta era su única familia, nunca habló con nosotras de otros parientes. Desde que Dulce se mudó para la casa de San Jerónimo hizo muy buena amistad con mi mamá, por las mañanas siempre la llamaba para brindarle una taza de café. cómo Dulce tomaba café. no te puedo decir cuántas veces al día lo hacía, en su casa el café no podía faltar; mientras conversaban, tomaba varias tazas. Pero. de sus padres nunca habló con nosotras.1
En relación con la fecha y el lugar de nacimiento de Dulce María, existen aún muchas opiniones. Los documentos consultados al respecto dan disímiles detalles; el dato que aparece en la poca bibliografía existente y que se ha manejado durante mucho tiempo en las fuentes hemerográficas es: Santiago de Cuba, 12 de septiembre de 1898; sin embargo, esta investigación permitió examinar otros datos y esclarecer la confusión existente en torno a esa fecha. En una plática con el heredero, este comentó sobre el lugar donde Dulce María se crió y vivió de pequeña; la conversación sostenida con él me llenó de dudas. Posteriormente, una nota en el artículo "Dulce María Serret cumple 90 años", del periodista Marco Antonio Martínez -donde dice: "[.] no sé si la tradición de celebrar este 12 de septiembre como su onomástico se adueñó de nosotros y contradijo el dato que aparece en su carné de identidad"-,2 motivó la búsqueda de la fecha real. Luego se pudo localizar y obtener su certificado de nacimiento en el pueblo de Ramón de las Yaguas. El hallazgo dio luz al asunto y se aclaró el día, mes y lugar de su origen; la partida encontrada expresa que a las seis de la mañana del día 23 de marzo de 1898 nace Dulce en la finca La Juba del poblado de Ramón de las Yaguas.
Sin pretender dar una explicación definitiva a la confusión del cambio de fecha, es posible que la designación del 12 de septiembre como data del nacimiento de Dulce María Serret se produjera por la costumbre de celebrar su santo ese día y organizar en su casa una velada, un brindis con sus amistades. Es menester agregar que ella fue una mujer muy católica y el 12 de septiembre, según el santoral, corresponde al dulce nombre de María. Sobre esto resulta de interés el decir de María Antonia Giraudy:
[.] los cumpleaños de Dulce eran famosos, desde temprano en la mañana comenzaban a llegar regalos de sus amistades. Ese día, sin mentirte, pasaban por su casa más de cien personas para saludarla; venían alumnas, artistas, cantantes, se tocaba el piano. el cumpleaños de Dulce era algo grande para todos los vecinos [.] ¿Quién no quería a Dulce? Era tan buena con todos, tenía su nombre muy bien puesto, nunca tuvo una mala forma para con nadie. Ella celebraba su aniversario el 12 de septiembre, pero mi mamá decía que ese día era su santo, que su cumpleaños era en otra fecha, pero ahora no me acuerdo [.] Dulce mandaba a preparar un bufé con una señora, Celia Juztiz, que era famosa como repostera; en la mesa del comedor no cabían los cakes que le mandaban de regalo, muchos ni se tocaban durante la fiesta; al otro día quedaban cajas de dulces y pasteles sin tocar, y ella, temprano en la mañana, llamaba al chofer que le trabajaba y personalmente llevaba todos aquellos dulces al asilo de San José, que quedaba frente al Arzobispado, donde creo que hay hoy una escuela de Salud Pública. En el asilo la esperaban todos los años los viejitos y las monjitas para agradecerle ese gesto tan lindo. Dulce era famosa por sus regalos y la ayuda que le brindaba al asilo de San José [.]3
El lugar que la vio nacer era una zona próspera por su prodigiosa fertilidad para el cultivo del café, lo que propició el asentamiento de muchos colonos descendientes de franceses y provenientes de Saint-Domingue, que huyeron de la rebelión esclava conducida por Toussaint Louverture. Estos inmigrantes se establecieron en las zonas montañosas de Santiago de Cuba y Guantánamo, crearon sociedades productivas que no necesitaron del capital español para llevar adelante una nueva industria poco conocida, la del café, y los franceses comenzaron su cultivo y explotación a gran escala.
Los cafetales creados por estos inmigrantes hicieron de Cuba uno de los primeros productores y exportadores de café. El historiador y doctor en Derecho Civil Ernesto Buch López, en su libro Historia de Santiago de Cuba, explica que el brigadier Sebastián Kindelán, gobernador de la ciudad entre 1798 y 1810, comprendió el beneficio de la inmigración francesa para el territorio; los alentó, dio generosa hospitalidad a los huéspedes y contribuyó con este gesto a la rápida explotación de zonas cafetaleras como Dos Bocas, Ramón de las Yaguas, Limones, Prosperidad, Fortuné, Providencia y muchas más que permanecían abandonadas.
Con la influencia francesa, la población elevó su nivel; en las haciendas cafetaleras primaba un ambiente de cultura y refinamiento; las viviendas tenían bibliotecas, y no era extraño encontrar instrumentos musicales, como el piano o el violín, integrados al mobiliario que llenaba los hogares. Fueron famosas las veladas artísticas que se realizaban en estas haciendas y hasta la educación se vio favorecida: existían maestros que recorrían las montañas para dar clases a los hijos de los cafetaleros. Hasta el momento no se han encontrado indicios sobre la fecha en que la familia Serret se trasladó a la región de Ramón de las Yaguas, solo se conoce que desde principios del siglo xix se establecieron en la finca La Juba para dedicarse al fomento de la caficultura.
Casi dos años estuvo la niña sin ser inscrita, pasado ese tiempo se declara su nacimiento como Dulce María de la Caridad Serret, según consta en el Fondo del Registro Civil del pueblo de Ramón de las Yaguas, tomo 4, año 1900, folio 171 antiguo, 343-344 moderno, acta número 249, del libro correspondiente a la sección de nacimientos.4 En el acta de inscripción no aparece el nombre de la madre, solamente el del padre, un señor que manifiesta llamarse Antonio Serret y Danger, de profesión mecánico, quien le otorga el apellido Serret y no consigna en el Registro Civil el apellido de la madre. No hay duda de que Antonio Serret y Danger era el tío de la pequeña y la inscribe con su apellido para salvar la no existencia física de un padre en el acto del asentamiento legal de la niña. Pocas personas conocieron su nombre completo, pues siempre la llamaron Dulce María, o simplemente Dulce para los más allegados.
Después del nacimiento, la madre y la criatura son acogidas en la casa de la abuela materna, doña Altagracia Danger, quien había enviudado de Juan Serret, y ahora vivía con sus tres hijos varones, Luis, Francisco y Antonio, y una hembra de nombre Ana.
Certificado de nacimiento de Dulce María Serret.
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