Sin nada que perdonar

Yolanda creía que su matrimonio con Gerardo sería para siempre, ellos habían tenido tres hijos, y ella pensaba que era feliz con él. El problema era que él ya no era feliz con ella, sino con otras, soñaba con divorciarse pero lo único que lo detenía era el amor por sus tres hijos, a los que consideraba muy pequeños para exponerlos a una separación. Yolanda atribuía el cambio de su relación con Gerardo a los años que tenían de casados, aunque por momentos ella vislumbraba la verdad, su menosprecio hacia ella, su distanciamiento, pero luego se negaba a ver lo que todos a su alrededor notaban en su esposo. Hasta que una grave infedelidad de Gerardo provocó el estallido de la ira de Yolanda y una pelea, de la cual ella siempre se arrepentirá por haberla buscado. Esta pelea a su vez desencadenó los demonios ocultos de alguien cercano a ella cuya intención era ayudarla, pero lo que logró fue confundir la verdad que terminó quedando sepultada. Este hecho provocó un periodo oscuro, de incertidumbre y cambios drásticos, no solo en la vida de Yolanda, sino también en las vida de otras personas involucradas. Sin embargo, en medio del odio que sentía Yolanda hacia las amantes de Gerardo y la culpa por lo que había provocado, el amor la siguió y la atrapó de nuevo, y con la ayuda de él transitó el dificil camino del perdón, hasta que llega la verdad liberadora.