Omar Fernández Cañizares
En la universidad conocí a Fidel
Es uno de los tres miembros de la Federación Estudiantil Universitaria (Feu) que participó en la Operación Aérea, que los llevó desde Miami hasta la Sierra Maestra para incorporarse al Ejército Rebelde. Junto a Juan Nuiry acompañó a Fidel durante todo el trayecto de la Caravana de la Libertad para indistintamente hablarle al pueblo de Cuba, en cualquier lugar que lo hiciera el joven barbudo que acababa de derrotar a la tiranía batistiana.
Luego de recorrer algunos de los lugares de la Casa de Altos Estudios en la que vio a Fidel Castro discursar encima de cualquier banco y en la que, junto a José Antonio Echeverría, desafió a la policía para exigir la libertad de quien se convertiría en el líder del Ejército Rebelde cuenta cómo se incorporó a la lucha revolucionaria.
-Procedo de una familia pobre que vivía en Santiago de Cuba. Mi papá era chofer en una funeraria y le pagaban solo cuando había un fallecido que trasladar, mi mamá era ama de casa; nosotros éramos seis hermanos; yo soy el menor.
Comencé siendo dirigente estudiantil en el instituto donde cursaba el bachillerato. Ninguno de mis hermanos había estudiado debido a la situación económica que tenía mi familia. Cuando planteé que quería estudiar Medicina, que era en La Habana, porque no existía esa carrera en la universidad de Santiago de Cuba, todos en la familia me preguntaron que cómo lo haría, pues se necesitaba dinero para pagar la casa de huéspedes y los estudios y nuestros ingresos no eran suficientes para eso. Cada vez que se hablaba del tema mi mamá siempre los mandaba a callar y me apoyaba. Cuando llegó el momento, mi madre habló con una vecina que tenía una casa de huéspedes en La Habana para pagarle poco a poco y, de esa forma, pude venir a vivir a la capital.
En cuanto comencé los estudios, el que era presidente de la Feu en la escuela de Medicina me habló para que fuera delegado del curso de primer año, un cargo que era electo por los presidentes de asignaturas y votaba en representación de ellos por el presidente de la escuela, que es lo que hoy se conoce como presidente de facultad. Mi primera reacción ante aquella propuesta fue negarme, pues necesitaba entrar en un hospital para hacer guardias y, al menos, ganarme el sustento. Pero ante su insistencia y su compromiso de ayudarme, acepté la responsabilidad. A partir de ese momento, comencé a involucrarme en la lucha universitaria; nos reuníamos en el Salón de los Mártires o en la entonces plaza Cadenas. Me involucré a tal punto en las actividades que en sexto año de la carrera, fui electo presidente de la Escuela de Medicina.
-¿Cómo eran las luchas de la Feu en la década de 1950 y la participación de Fidel en ellas?
-La Feu siempre estaba en lucha, y las causas del pueblo eran nuestras causas; cuando el pueblo reclamaba disminuir el costo del transporte público, ahí estaba la Feu, se citaba a una Asamblea General y salíamos para la calle, parábamos los tranvías y participábamos de forma muy activa en la lucha por los intereses del pueblo. Cuando Fulgencio Batista da el golpe de Estado en 1952, la Feu se transformó y se convirtió en una organización importante en la lucha contra el régimen. Primero enterramos la Constitución, ese día en la escalinata universitaria pusimos un altoparlante y la bandera a media asta en señal de luto junto a un sarcófago que representaba la Carta Magna de 1940, a la que Batista había matado. Para respaldar nuestras acciones montamos varias mesas para que las personas firmaran y cuando ya habían tres o cuatro libros de firmas, salimos con el sarcófago, y desfilamos hasta llegar a la Fragua Martiana.
Otro hecho importante fue una manifestación en los primeros días de enero de 1953, como reacción ante el ultraje al busto de Julio Antonio Mella que se encontraba a pocos metros de la Universidad de La Habana, y al que mancharon de chapapote. En esa protesta, después de salir de la calle San Lázaro, nos encontramos una extraordinaria cantidad de policías, con dos camiones cisterna que iban contra nosotros. En esa confrontación cae herido Rubén Batista Rubio y, en espera del parte médico, surge la idea de realizar la marcha de las antorchas el 27 de enero de 1953, en el marco del centenario del natalicio de José Martí, Héroe Nacional de Cuba.
Al llegar ese día, nos concentramos en la escalinata. Por encima de aquella concentración sobresalía un grupo de muchachos, conocidos como la Generación del Centenario, encabezados por Fidel y Raúl, quienes organizaron al grupo por filas iguales, con marcialidad y aquello le impregnó una fuerza muy grande a la marcha, sin dudas, la capacidad organizativa de Fidel fue imprescindible.
-¿Ese fue su primer vínculo con Fidel Castro en las actividades estudiantiles?
-A Fidel lo conocí en el año 1950. A punto de empezar las clases él citó para una Asamblea General, en la universidad no le facilitaron un local y la realizó en el anfiteatro del hospital Calixto García. Allí asistió una gran masa de estudiantes que repletaron el lugar. Al entrar me encuentro a Fidel dirigiendo aquella reunión, donde planteó la necesidad de apoyar la independencia de Puerto Rico y la libertad de Pedro Albizu Campos. Allí estaba presente el hijo del Albizu Campos, que estudiaba en la Universidad de La Habana. Al terminar, Fidel nos convocó para la calle, en manifestación de apoyo a la libertad de Puerto Rico. Cuando llegamos al Estadio universitario había un cordón policial y apresaron a unos cuantos, entre ellos, Fidel y yo, entonces tuvimos una breve presentación:
- «¿Tú estudias aquí?»
- «Voy a empezar en primer año de Medicina».
- «Ah, pero si tú eres novato, pues que bien comienzo, así es como se aprende, esta es nuestra lucha».
Esa fue la primera vez que hablé con Fidel quien seguía muy vinculado a las actividades de la Feu. Cada vez que yo pasaba por la entonces plaza Cadenas, Fidel estaba en un banco rodeado de estudiantes, aglutinando a compañeros para la lucha. Unos meses después de la Marcha de las Antorchas, él atacó el cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, acción que no tuvo el resultado esperado y por la que Fidel fue condenado a prisión en la llamada cárcel modelo ubicada en la entonces Isla de Pinos, pero una gran presión popular obligó a la dictadura a liberar a los llamados moncadistas. Cuando ellos llegaron a La Habana, en la terminal de trenes había una multitud para recibirlos, entre los que nos encontrábamos un grupo de estudiantes de la Feu, encabezados por José Antonio Echeverría. Ahí nos encontramos y lo invitamos a un acto de recibimiento en la universidad. La policía le cortó el agua y la electricidad a la colina universitaria, pero eso no pudo impedir que se congregaran miles de estudiantes para escuchar las palabras de Fidel.
En aquellos momentos la situación de Fidel en Cuba fue insostenible y tuvo que partir para México. Recuerdo que, días antes de desembarcar los expedicionarios del yate Granma; apresan en el antiguo país de los aztecas a Fidel y a un grupo de los expedicionarios y en La Habana, el presidente de la Feu José Antonio Echeverría nos convocó a una manifestación para pedir la libertad de Fidel y sus compañeros. Rápidamente, la policía hace un cerco a la embajada de México en Cuba. Entonces José Antonio decidió que, en vez de hacer una manifestación, fuéramos uno a uno y nos congregáramos frente a la sede diplomática. De una manera sorprendente, saltando por encima de la policía, Echeverría logró llegar hasta la entrada y entregar una carta dirigida al presidente mexicano para que los liberara.
-¿Cómo usted llega a ser miembro del Ejército Rebelde liderado por Fidel Castro?
-En La Habana la situación se iba poniendo peor cada día y tuve que exiliarme, partí para Ecuador y de ahí para Miami. Allí, un grupo de estudiantes nos pusimos en contacto con Haydée Santamaría, quien era la coordinadora del Movimiento 26 de Julio en ese lugar. Le planteamos que estábamos respondiendo al llamado de Altos de Mompié, en el que Fidel exhorta a aglutinar a las fuerzas que luchaban contra Batista. Su respuesta fue que tenía que consultarlo. Al otro día por la mañana, nos llamó a Juan Nuiry y a mí para comunicarnos que Fidel había contestado que podíamos unirnos sin problema ninguno, que él recibía a la Feu con los brazos abiertos, porque él se sentía todavía miembro de la Feu.
Haydée nos informó que estaban coordinando un avión para llenarlo de armamentos y enviarlo a la Sierra Maestra, en donde se libraba la lucha armada contra Batista, pero que solo podíamos ir tres de los miembros de la Feu exiliados en Miami. Nos reunimos y se decidió que fuéramos José Fontanillas, Juan Nuiry y yo. Nosotros teníamos unas armas y un dinero que se lo entregamos a Pepín Cruz, quien se encargaba de comprar el armamento y las municiones que se enviaban para la Sierra Maestra.
Después de varios días de espera por la comunicación de Haydée, un viernes nos llamaron para informarnos que estuviéramos localizables y como a las seis de la tarde me fueron a buscar, me llevaron a una casa en Miami, apartada del centro. El sábado nos dirigimos a una pista abandonada que se había usado en la Segunda Guerra Mundial y, en cinco minutos, tuvimos que montar el...