¿Cómo se gestó el atentado?
En los preparativos de la posible visita del Comandante en Jefe a Nueva York, para asistir a la Cumbre del Milenio, las autoridades cubanas recibieron informaciones donde advertían que la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) había iniciado los preparativos de un nuevo plan de atentado contra su vida. Se excluía a los Estados Unidos como posible escenario, pero se señalaba a Panamá como el más apropiado, teniendo en cuenta la celebración de la Cumbre Iberoamericana en noviembre.
En ese contexto también se supo que el Presidente de la Fundación, José Francisco Hernández Calvo, más conocido como Pepe Hernández, era la persona encargada de organizar la acción, y para tal fin había solicitado 5 000 dólares percápita a diversos directivos de la organización para sufragar los gastos del plan. Pudo precisarse, además, que algunos directivos se negaron a aportar el dinero.
Pepe Hernández ha estado dedicado a la recaudación de fondos en la Fundación para este tipo de acciones terroristas y establecer la organización de tales planes. En el frustrado complot para atentar contra la vida del Presidente cubano en Isla Margarita en 1997, las autoridades norteamericanas que investigaron el hecho detectaron que era el propietario de uno de los fusiles calibre 50 ocupados, aunque sospechosamente fue exonerado del juicio celebrado en Puerto Rico.
Paralelamente a este febril trabajo para obtener los fondos necesarios, Pepe Hernández y Alberto Marcelino Hernández Her-nández, también influyente directivo de la Fundación Nacional Cubano-Americana, viajaron indistintamente a Centroamérica en la primera quincena de agosto para colocar en manos de su "experto", Luis Clemente Faustino Posada Carriles, la organización y ejecución del magnicidio. No es la primera vez que ambos se reúnen con Posada Carriles para discutir planes terroristas de la Fundación y emplearlo como su brazo ejecutor.
En los intercambios sostenidos, Posada Carriles solicitó una alta suma de dinero para realizar el atentado, cantidad que los directivos de la Fundación consideraron muy elevada. No obstante, llegaron al acuerdo de sufragar todos los gastos para la ejecución del plan, tales como la compra de armas, viajes, estudios de las posibles vías de ejecución de la acción, comunicaciones, alquiler de viviendas y la de los asesinos ejecutores.
Así, sobre la base del acuerdo adoptado, Gaspar Eugenio Jiménez Escobedo, guardaespaldas de Alberto Hernández, fue enviado a El Salvador, lugar donde reside permanentemente Posada Carriles, con la anuencia de las autoridades de ese país. Jiménez Escobedo realizó la travesía para ultimar detalles del plan y entregar a Posada Carriles los primeros 8 000 dólares.
Los avales de Jiménez Escobedo para este tipo de trabajo están claros; su amistad con Posada Carriles y su larga historia terrorista, que incluye haber ejecutado el asesinato del técnico cubano de la Flota Camaronera del Caribe, Artaigñán Díaz Díaz, el 23 de julio de 1976 en Mérida, México.
En el encuentro con Jiménez Escobedo, Posada Carriles solicitó reunirse, además, con los connotados terroristas de origen cubano, Antonio (Tony) Iglesias Pons, Santiago Alfredo Álvarez Fernández-Magriñá, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Crispín Remón Rodríguez, elementos entre quienes, dijo, seleccionaría a los ejecutores directos de la acción.
Entre las variantes analizadas para realizar el atentado, se previó estudiar las vías por donde debía circular la caravana presidencial cubana, en Panamá, a fin de determinar los lugares específicos donde pudieran hacerla estallar con explosivos de alto poder. En el caso de resultar imposible esta variante, determinar dónde poder ejecutar disparos con lanzacohetes antitanques a la caravana, o en lugares de apariciones públicas del dirigente cubano.
Según antecedentes disponibles en los órganos de la Seguridad del Estado cubano, este modus operandi para atentar contra la vida del Comandante en Jefe es similar al plan fraguado por Posada Carriles durante la visita que realizó el Presidente cubano a República Dominicana en 1998. En aquella ocasión, Posada contó con la ayuda de los terroristas Ramón Francisco Font Saumell, Enrique Bassas Almeida y Luis Orlando Rodríguez Martínez, lo que denunció el periódico El Nuevo Herald el 9 de agosto de ese año.
A su regreso a Miami, Jiménez Escobedo expresó que Posada Carriles poseía más de 100 libras de explosivos C-4 de alto poder, guardadas por amigos en países del área, y que, además, tenía facilidades para adquirir lanzacohetes, granadas, fusiles y otros medios idóneos.
Posada Carriles, que vive del negocio del crimen, decidió vender las 100 libras de explosivos de que ya disponía, y que había informado a Jiménez Escobedo anteriormente, procurando así aumentar sus ganancias.
Gaspar Jiménez Escobedo no fue el único que visitó a Posada Carriles en El Salvador, también lo hizo Tony Iglesias para entregarle otros 5 000 dólares de la Fundación, y para acompañarlo en la compra de armas y explosivos en Honduras. En esta oportunidad ambos terroristas adquirieron más de 100 libras de explosivo plástico C-4 de fabricación norteamericana, varios lanzacohetes y otros medios.
Igualmente, Pedro Crispín Remón Rodríguez, otro terrorista que Posada Carriles reclamó contactar, se entrevistó con este en El Salvador y pudo comprobar que el plan estaba muy avanzado, pues disponían de gran parte del armamento, los explosivos necesarios y un estudio cuidadoso de las áreas de interés en la Ciudad de Panamá.
Resulta obvio que los terroristas seleccionados por Posada como "ejecutores directos de la acción", poseen la experiencia y ejecutoria criminal necesarias a ese fin.
Tanto Tony Iglesias como Pedro Remón Rodríguez no son simples emisarios. El primero participó en el ataque pirata a Boca de Samá, en la antigua provincia de Oriente, el 12 de octubre de 1971, hecho que produjo dos muertos y cuatro heridos civiles. Pedro Remón Rodríguez, asesinó, ante su hijo menor, al emigrado de origen cubano, Eulalio José Negrín Santos en New Jersey el 25 de noviembre de 1979, por haber participado en un diálogo con Cuba entre la Comunidad Cubana en el exterior y las autoridades cubanas. Posteriormente, el 11 de septiembre de 1980, Remón ultimó al diplomático cubano Félix García, acreditado en Naciones Unidas.
Los otros dos escogidos por Posada, Guillermo Novo Sampoll y Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, también poseen un abultado expediente delictivo. El primero, entre otros muchos hechos, cumplió algunos pocos años de prisión en los Estados Unidos por su participación directa en los asesinatos del ex canciller chileno Orlando Letelier y su secretaria, la norteamericana Ronnie Moffit, en una calle de Washington. El segundo participó en la preparación de una infiltración por el municipio de Cárdenas, provincia de Matanzas, en la que fueron capturados a finales de diciembre de 1991 tres elementos provenientes de territorio norteamericano que pretendían realizar actos de terrorismo en instalaciones sociales, deportivas, educacionales y de producción de Cuba.
Jiménez Escobedo, Tony Iglesias y Remón Rodríguez viajaron con sus verdaderos nombres en vuelos directos de Miami a El Salvador. No son tantas las líneas aéreas que hacen este enlace directo, por lo que se puede verificar en los listados de vuelos, o a través de las autoridades migratorias salvadoreñas.
Entre agosto y octubre del 2000 Posada Carriles, con identidad falsa y financiamiento de la Fundación, realizó viajes a Honduras, Costa Rica y Panamá. En Honduras fue atendido por sus amigos Rafael Hernández Nodarse y su hijo, Joaquín Hernández Banegas, empresarios de TV y conocidos delincuentes y traficantes de armas; así como por Iván Gómez Melgarejo. En Costa Rica, los hermanos Lora Hernández han sido sus anfitriones, quienes representan los intereses de la Fundación.
Rafael Hernández Nodarse reside en Quinta Avenida, entre 25 y 26, Río Piedras, San Pedro Sula, y su hijo Joaquín Hernández Banegas, vive en Circunvalación Número 56, San Pedro Sula. Gómez Melgarejo en calle Segunda, casa No. 3863, colonia Ciudad Nueva, Tegucigalpa.
Respecto a los hermanos Lora Hernández en Costa Rica, trabajan en la Empresa Conansa en San José, cuyo teléfono es (506)-221-3638.
En Honduras, Posada compró armas, explosivos y otros medios. En Costa Rica recibió apoyo financiero y facilidades para introducir clandestinamente por tierra hacia Panamá el armamento adquirido.
En Panamá realizó los estudios necesarios de la ciudad, imprescindibles para ejecutar el plan.
Además de los ya mencionados terroristas de origen cubano residentes en los Estados Unidos, Rubén Darío López Castro ha estado al tanto de todos los preparativos, en su condición de asesor del plan, y Nelsy Ignacio Castro Matos ha contribuido...