Preliminar
El 10 de abril de 1969, en el centenario de la Constitución de Guáimaro, moría en La Habana a los 87 años de edad don Fernando Ortiz. Aunque disímiles, ambos hechos resultan significativos, al conmemorarse en el mismo día, a partir de entonces, la primera Constitución aprobada en plena Guerra de los Diez Años -donde comenzó a andar la República de la nación cubana- y la muerte de uno de sus más grandes estudiosos, quien le dedicara su vida desde la cátedra, las instituciones creadas o fomentadas por él y desde su obra científica y ciudadana.
Fernando Ortiz Fernández (La Habana, 1881-1969) ha sido calificado como el tercer descubridor de Cuba en consonancia con su prolífica obra en múltiples ciencias que aportó resultados significativos al conocimiento de la identidad y del patrimonio cultural cubanos. Su participación en numerosos acontecimientos de la realidad política y cultural cubanas de la primera mitad del siglo xx fuerzan a considerarlo como una de las más trascendentes figuras de la vida pública nacional, unido al conocimiento que el pueblo tiene de al menos uno de los segmentos esenciales de su obra: la investigación de la presencia africana en Cuba y de sus manifestaciones culturales. Su documentación personal atesora importantes evidencias de lo planteado antes.
Se ha escrito poco sobre la vinculación existente entre la producción científica y política de Ortiz con sus antecedentes familiares, su iniciación intelectual y la información desconocida hallada en sus documentos personales, de primordial conocimiento para encontrar nuevas aristas en el entorno creativo de su obra. Igualmente se conocen pocos trabajos que aborden la génesis y circunstancias de la creación de buena parte de sus libros, de la gestación y desarrollo de proyectos científico-culturales, así como de las instituciones en las que el polígrafo tuvo una actuación decisiva.
Cada día van quedando menos personas que puedan brindar testimonios directos de don Fernando y de su obra. Conocí a algunas de ellas y cada una me brindó sus recuerdos e impresiones particulares de su trato con él, según la naturaleza de su relación y la edad de la persona cuando lo frecuentó: Conchita Fernández, José Antonio Portuondo, Isaac Barreal y Félix Dánger Esténger, ya fallecidos, y María Teresa Linares, Miguel Barnet y María Fernanda Ortiz Herrera, hija del segundo matrimonio de don Fernando. Félix y María Fernanda -hija y "ahijado"- vivieron con él en la casa de L y 27, la mítica Villa Isis.1 Del resto de las personas, son los recuerdos del Ortiz en tanto figura de la ciencia, la cultura y la historia nacional.
1 En la actualidad es la sede de la Fundación Fernando Ortiz y de otros recintos de la Universidad de La Habana.
La papelería de Fernando Ortiz posee enorme importancia por el carácter de su obra, ya que atesora testimonios de su producción científica e intelectual en términos más generales, al mismo tiempo que conserva mucha información sobre diversos campos de las ciencias sociales y humanísticas que contribuyeron a conformar en primera instancia el panorama histórico y socio-cultural de Cuba esencialmente hasta la primera mitad del siglo xx. La papelería personal de Ortiz contenida en 1049 carpetas, con 717 de ellas correspondientes al sector científico, el sector con papeles relacionados con las instituciones, revistas y eventos científicos en los que o bien fundó o participó activamente (296 carpetas) y su correspondencia personal con 81 carpetas, son muestra del enorme volumen y de su extraordinaria riqueza documental atesorada que amerita ser analizada y valorada con el propósito de iluminar zonas aún poco conocidas e ignoradas de la trayectoria orticiana, además de incorporarla de una vez a los registros del patrimonio cultural de la Memoria del Mundo.
Mediante las investigaciones realizadas entre los años 1985-2008 pude conocer el volumen, características y contenido de la documentación generada por Fernando Ortiz a lo largo de su vida -entre ellos, originales de sus libros y artículos, correspondencia y otros valiosos papeles- que culminó con la evaluación de este trascendente conjunto documental. Dichas investigaciones han sido la premisa imprescindible para iniciar el estudio que desembocó en el presente libro.
Al mismo tiempo tuve la oportunidad de encontrar durante la fascinante labor investigativa del fondo orticiano, documentos y libros inéditos, que aportan una nueva visión de la obra del polígrafo cubano, lo que posibilitó la publicación de originales en la revista Albur del Instituto Superior de Arte (1990-1992), en el Anuario L/L (1992) del Instituto de Literatura y Lingüística y de los libros: El Pueblo Cubano (1997), La santería y la brujería de los blancos en Cuba (2000), Inquisidores y brujas (2003), Estudio Cubano de la Virgen de la Caridad del Cobre (2008), La Cueva del Templo. Isla de Pinos. Los descubrimientos arqueológicos (2008) y otros posteriores, publicados por la Editorial de Ciencias Sociales y la Fundación Fernando Ortiz, respectivamente. Otros papeles también evidencian su participación en numerosas empresas científicas y culturales en el ámbito iberoamericano durante las cinco primeras décadas del siglo xx. Testimonian igualmente sus relaciones investigativas y personales con buena parte de la comunidad científica y cultural contemporánea con Ortiz. Del mismo modo ilustran de manera significativa la historia de la creación y difusión de muchas de sus obras, tanto de las conocidas como de las aún inéditas.
Julio Le Riverend apuntó en 1973 que la escritura de una biografía de Fernando Ortiz:
supone un acopio ingente de información sobre las corrientes fundamentales de las Ciencias Sociales desde 1890 a nuestros días. También, y no es de menor importancia, implica la inserción de todo su quehacer en el cuadro crecientemente angustioso de Cuba desde 1901 hasta 1958. Esa tarea -sugería- no es solo de un hombre ni de un día. El análisis de su contexto intelectual e histórico planteaba, de igual modo, la dificultad de carecer de "estudios de base" que permitieran la reconstrucción de "los momentos en que cada una de sus obras aparece.2
2 Julio Le Riverend (selección y prólogo): Órbita de Fernando Ortiz, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, La Habana, 1973.
En la actualidad se argumenta que, además de un profundo conocimiento de la figura objeto de estudio, el género biográfico moderno se acerca a otros géneros y a características propias de ellos que, sin restarle profundidad ni sustancia, le aportan frescura y le otorgan al autor nuevas posibilidades de realización escritural, tal como sucede en el caso de Ortiz.
El contenido de los papeles de Fernando Ortiz fueron no solo el punto de partida de su obra, sino también el reflejo de su historia personal. Como muchos de los intelectuales cubanos desde el siglo xix, Ortiz escribió sobre la vida de múltiples personalidades de la historia y la cultura, desde aquellas que influyeron poderosamente en su iniciación intelectual, hasta las figuras cubanas cuya obra investigó para materializar la de él. Cubano de tres mundos fue, según Lino Novás Calvo, al estudiar en su vasta obra los elementos africanos, aborígenes e hispánicos de la cultura cubana y también porque sus "mundos" fueron aquellos que logró integrar como persona, como científico y como artífice del mejoramiento social de su patria.
La presentación de un texto que aborda la historia y caracterización de sus papeles personales así como su devenir después de su muerte, junto a otro que refleja el itinerario intelectual de Fernando Ortiz, conforman este libro que pretende ser novedoso. Ese texto, presenta además, el necesario análisis de las influencias que recibió durante su formación, ocurrida en la isla balear de Menorca (hasta aproximadamente la primera mitad de 1895), y en La Habana, Barcelona, Madrid e Italia (entre la segunda mitad de 1895 y 1906), aunque a todo lo largo del mundo se tratará de mostrar la evolución in extenso que sufrió su pensamiento y, por tanto, su obra.
El "Itinerario Intelectual" se redactó en gran medida a partir de la nueva y/o poco conocida información encontrada en fuentes documentales con los resultados de estudios anteriores realizados por mí. En ellos se pudo analizar, comparar y evaluar los contenidos de la voluminosa y compleja documentación generada por Fernando Ortiz que sirvió de base para crear su obra. Sin esos resultados precedentes no hubiera sido posible llevar a cabo su escritura.
Está estructurado en siete capítulos que abordan las diferentes etapas de su vida intelectual, aunque en ocasiones se mezclen episodios de su vida personal. Hay que tener en cuenta que, en un ensayo biográfico como se pretende que sea este, es imposible abarcar toda una vida, por lo que tendrá un tema central: precisamente su trayectoria intelectual, con una pluralidad de voces dada por los sujetos que, o bien se escriben con Ortiz en sus cartas citadas en el texto, o bien hablan de él en determinados momentos. Marco las coordenadas del "Itinerario" mediante mi particular punto de vista sobre el biografiado y por el conocimiento adquirido sobre la...