Bomberos de Matanzas. Colonia y República
MSc. Biolexi Ballester Quintana
L
os sucesos de una ciudad, poblado, país conforman la identidad de una nación, lo cual permite que sus habitantes se conozcan más y mejor, sepan de dónde vienen, quiénes son y se proyecten al futuro.
Es así que la historia de los cuerpos de bomberos de Cuba está llena de episodios, que le conceden el reconocimiento social por su contribución diaria de salvar vidas y bienes materiales, al evitar y apagar incendios. Sus integrantes son identificados a nivel internacional simplemente como BOMBEROS, « [.] ejército de soldados universales [.]».3
Junta de Incendios y Serenos
En Matanzas, la Junta de Incendios y Serenos fue la organización inicial que, desde fecha tan remota como 1829, colaboraba en la extinción de los fuegos y de forma preventiva se precisaba y orientaba a la población, a través del periódico La Aurora de Matanzas, no amontonar virutas en las carpinterías ni el guano utilizado en las obras para arreglar los techos. Además, anunciaba a los propietarios, que serían multados con cinco ducados (monedas), si incurrían en dicho delito.
Hasta 1836, los encargados del cuidado de las bombas (dispositivo mecánico para impulsar el agua a lo largo de un conducto), recibían una retribución de treinta pesos. Tenían un lugar para el depósito de los útiles y se les aseguraba la compra de carretones para el traslado de escaleras, cubos de suela (recipiente de material de piel animal), hachas, barretas, entre otros medios.
El 14 de enero del propio año, en una sesión de la junta, se aprobó por el capitán general de la Isla, Miguel Tacón y Rosique (1834-1838), el proyecto de establecer en la ciudad compañías de bomberos. Por tal motivo, se le remitieron ejemplares del reglamento establecido por el gobierno de la capital del país con vista a un mejor desempeño.
También se acordó nombrar una comisión compuesta por los señores teniente coronel Francisco Hernández Morejón, el capitán Pedro Acevedo, Juan Acosta y el secretario José M. de la Vega, con el objetivo de que procedieran al alistamiento de quienes desearan incorporarse. Invitaron a los artesanos blancos, pardos y morenos experimentados en las artes de albañilería, carpintería, herrería, cerrajería y fontanería. Los primeros en llegar recibirían méritos para futuros ascensos, premios o distinciones. La intención era conformar una institución que, desde el punto de vista material, contara con mejores condiciones y los individuos estuvieran más preparados en tan difícil accionar.
Batallón de Honrados Obreros y Bomberos de Matanzas
Ya el 19 de noviembre de 1836 la ciudad poseía una agrupación financiada por el Ayuntamiento, denominada Batallón de Honrados Obreros y Bomberos.
Tenía dentro de sus funciones la extinción de los incendios y el cuidado del orden público. Los oficiales portaban espadas o sables y la escuadra armas largas. Concurrían al lugar del siniestro con sus clásicos uniformes, para lo cual existía un reglamento.4 Contaban con tres tercios organizados por raza: blancos, pardos y morenos. Llegó a tener seiscientas plazas. La extensa labor trajo consigo desde los primeros sucesos el agradecimiento de la población. Múltiples fueron sus logros.
Según el reglamento general, en el artículo No. 53, a los que llegaban primero se le abonaba una gratificación de ocho pesos y dos al resto. Prueba de ello fueron los acaecidos en los días 16 y 25 de enero de 1849.5
Consta en acta del 1.o de diciembre de 1852, firmada por el segundo comandante interino del batallón, Felipe Chapuzot, las necesidades que ya tenían. A pesar de los escasos y modestos útiles desarrollaban su labor,6 lo cual les imprime a estos individuos un valor incalculable de amor por el prójimo, pues solo a partir del 1.o de febrero de 1864 pudieron manipular una bomba de vapor de fabricación inglesa, de trescientos galones de agua por minuto, que humanizó el enfrentamiento a las llamas. Por ser la primera en el territorio se le nombró: Matanzas.
Banda de música: genial idea
Una iniciativa del batallón fue solicitar el 12 de agosto de 1856 una banda de música,7 con carácter voluntario. El señor brigadier y gobernador de la provincia Antonio García Oña, recibió una carta del subinspector delegado del batallón Antonio Montenegro, a sugerencia del segundo comandante de esta institución Felipe Chapuzot, con la intención de formar una agrupación musical sin gastos para el gobierno; estos serían responsabilidad de los jefes y oficiales. Estaría integrada por hombres blancos y de color de buena conducta. Servirían en ella por seis años, sin retribución alguna, y asistirían de forma obligatoria a todas las formaciones, con excepción de cuando ocurriese un incendio. La propuesta fue aprobada el 15 de agosto y días más tarde quedó conformada por diecinueve músicos, dirigidos por Eusebio Martínez.
El 30 de octubre del propio año consiguieron una suscripción voluntaria de ciento ochenta y cuatro personas, quienes acordaron contribuir con un peso mensual para la realización de una retreta, los martes de cada semana en la Plaza de Armas. Por el desempeño interpretativo, brindaron su arte los jueves y domingos en honor a los jefes de la plaza. La primera estuvo dedicada al gobernador Antonio García Oña. Esta agrupación es considerada la más antigua y en su surgimiento tuvo carácter militar.
Bajo la guía del joven cornetín José Márquez, en 1866 se transformó en una banda civil vinculada al Cuerpo de Bomberos. En 1878, Joaquín Sorets tomó la batuta, etapa en la cual se desintegró, al parecer, por el período tan convulso que atravesaba el país.8 No obstante, el 2 de noviembre de 1885, fue la fecha escogida como día oficial de inauguración, aunque reconocieron su existencia anterior. Luego de la intervención norteamericana en 1899,9 Garvía siguió al frente de la banda.
Según las Memorias (registro de los principales acontecimientos, para ser publicados) de 1903, dentro de los intérpretes se encontraban Julio Escoto, jefe general; Luis Garvía, director musical; Benjamín Cuní, brigada; Narciso Junco, archivero y Pedro Nager, conserje.
En la junta oficial ordinaria No. 36, de 22 de marzo de 1903, del Cuerpo de Bomberos, bajo la presidencia de Enrique Estrada Rodríguez, primer jefe, se hizo alusión a los beneficios reportados por la banda, entre los más significativos:
1- Propiciaba la cultura de la juventud matancera, en especial, la que por su posición modesta no podía recibir instrucción musical.
2- Contribuía al goce y aliciente del pueblo, el cual demostraba sus simpatías en cada presentación.
3- Disponía de una composición notable y nutrida que prestigiaba, en grado envidiable, cuantas fiestas y actos oficiales se celebraban por los bomberos.
4- Los gastos eran insignificantes, pues las entradas cubrían sus atenciones.
El Liceo de Matanzas, sitio cultural más encumbrado de la ciudad, le regaló varios instrumentos. Músicos de la talla de José White (violinista y compositor, considerado uno de los músicos más famosos de su siglo) y Miguel Failde (creador del danzón, baile nacional de Cuba), quien se incorporó a la edad de doce años, formaron parte de ella. Ambos constituyen glorias de la cultura nacional.
Durante los primeros tiempos de la República declinó la actividad de la agrupación hasta desaparecer en 1913. Sin embargo, por la impronta dejada en los ciudadanos y en sus integrantes, a los siete años se reagrupó con los antiguos músicos, con el nombre de Banda Municipal, tutelada por el belga Oscar Weirweire, considerándosele una de las mejores de la Isla.
Varios fueron los directores antes de 1959, entre los que se destacaron por su calidad melódica José Manuel Aniceto Díaz (creador del danzonete, al unir los dos ritmos bailables: el son y el danzón), y Rafael Somavilla Pedroso (pianista, orquestador y compositor).
Para los ensayos, archivo y guarda de los instrumentos construyeron en madera, al iniciar el siglo xx, un departamento al fondo del Cuerpo de Bomberos, destruido por el ciclón de 1926 y edificado en el mismo sitio tres años más tarde. Luego, se decidió levantar con mejores condiciones dicho departamento, pues según el plano confeccionado al efecto, incluía un porche de entrada, salón de ensayos, otro para instrumental y repertorio, dirección y los servicios sanitarios correspondientes. Las paredes serían de ladrillos, los elementos decorativos exteriores de fundición de cemento y la cubierta en forma de azotea con entramado de vigas de acero. La obra se...