Los traficantes
Cumplidos los tres meses de práctica, comencé como uno de los investigadores de la Sección de Homicidios que dirigía el proceso investigativo en el lugar de la escena del crimen. El primer día, cerca de las 2:00 a.m., el oficial de guardia me comunicó que había recibido una llamada de una ciudadana denunciando un posible asesinato, la dirección en la que se produjo el hecho era calle Inquisidor, esquina a Luz, Habana Vieja. Me alertó informar de inmediato una vez obtuviera la información correcta.
En aquellos tiempos, cuando se producía un hecho delictivo concurría la Guardia Operativa integrada por el investigador jefe del grupo, el oficial operativo, dos peritos de criminalística y el técnico canino con el perro de rastreo.
Un año antes.
Dos ciudadanos conversan. Uno de ellos conocido como el Indio y el otro, Beto.
?Tengo que hablar contigo un asunto muy delicado ?le dijo Beto al Indio? tú sabes que lo que yo gano no me alcanza ni para comer, pago un peso de almuerzo y todos los días lo que sirven es potaje aguado y un poco de arroz ensopado que ni los perros se lo comen, un huevo duro o croquetas y un refresco que parece líquido de frenos; yo sé que tú trabajabas en la Restauración de Monumentos, si lo dejaste o te botaron no lo sé, ni me interesa, pero no te puedo mantener, tienes que buscarte algo que te proporcione dinero.
?Yo no dejé el trabajo, me sacaron ?especificó el Indio despectivo?, el contratista me tiró un cabo unos meses pero le exigieron que todos los trabajadores estaban en la obligación de tener la dirección de La Habana, y la mía es de Oriente. Imagínate, socio, soy lo que llaman los habaneros un "palestino", invadí la capital y ahora no sé cómo resolver esto, pero no te preocupes, no me voy a alimentar con tu comida, la que necesito la resolveré en la calle, aunque no tenga trabajo.
?¿Qué te pasó con la mujer que tenías? ?preguntó Beto disimulando su curiosidad.
?Tú sabes que ella tiene cuatro hijos de distintos padres, yo le daba casi todo lo que ganaba pero cuando dejé de trabajar me dijo que tenía que mudarme porque ella no mantenía chulos. Ahora tengo que luchar muy duro para darle comida a mis hijos, por eso tuve que mudarme, estoy parando en la casa de un socio en Inquisidor No. 116.
?Escucha, en el hospital conocí a alguien que me propuso un negocio, es un poco arriesgado pero deja mucha pasta, si quieres, te incluyo.
?¿Qué negocio es ese?
?Vender María ?y acercándosele al Indio le dijo al oído en voz baja ? venta de marihuana, sabes que eso deja mucho dinero.
El otro respondió entre dientes ?sí deja, pero es muy peligroso, ya estuve preso por fumarme unos cigarritos de esos.
?Escucha, si entras en el negocio no puedes fumar ¿no lo estás haciendo por falta de dinero y no te has muerto?, entonces tienes que controlarte, mañana veré al hombre y me dirá cómo es el negocio ¿vas o no?
? Sí, inclúyeme... ?Aceptó entusiasmado.
Al día siguiente, Beto se entrevista con el traficante, el Guajiro.
?Mi amigo me dijo que podía confiar en ti, pero te voy a decir una cosa, lo mío es traer la mercancía, me la pagas y asunto concluido ?le advirtió el Guajiro evitando futuras dudas.
?¿Cuánto vale la libra de María? ?preguntó Beto.
?La libra te sale en $1200.00 pesos.
?Me parece que está un poca cara.
?¿Tú sabes cuántas bombitas, cigarros o monjas se le saca a una libra? ¿No lo sabes, verdad? Se ve que no tienes idea de lo que estoy hablando.
?Bien, para comenzar te voy a comprar una libra.
?A mí no me conviene venderla en pequeñas cantidades, voy hacer una excepción contigo porque te recomendó mi "ambia" de confianza, pero escucha, la entrega se hará en el lugar que yo diga. Cómprate un portafolios de esos que venden por ahí de color negro, como este ?el Guajiro alzó el brazo derecho hasta la altura de los ojos de Beto mostrándole su portafolios? ahí vas a guardar el dinero y en el lugar indicado hacemos el cambio, tenemos que confiar el uno del otro, de lo contrario el negocio no será bueno. Si me traicionas o hablas más de la cuenta te la arranco, de eso tú puedes estar seguro.
?No hay que exagerar ?dijo Beto algo nervioso y continuó hablando? yo personalmente no haré la compra, tengo que presentarte a un colega que será el encargado de recoger y pagarte la mercancía.
?Eso no me gusta ¿quién es ese tipo? ?el Guajiro lo miró fijamente a los ojos y preguntó desconfiado.
?Es de mi entera confianza, yo meto las manos en la candela por él, además, conoce el giro mejor que yo.
?Recuerda que el negocio es entre tú y yo, tu socio puede ir a buscarla pero si algo falla tú respondes. mañana o pasado mañana te voy a llamar y te digo el lugar para conocer tu enlace, tienen que ir a la hora fijada, si son impuntuales me voy y no hay negocio.
?No te preocupes, estaremos a la hora.
Después de la conversación, Beto localizó al Indio para informarle sobre el contacto que tuvo con el hombre, le pidió quedarse en su casa para esperar la llamada del Guajiro. Dos días después entró la llamada. Beto salió al teléfono, de la otra parte estaba el Guajiro:
?Todos están bien por la casa de tu hermana, te mandó muchos recuerdos, vamos a vernos en el parque de La Normal, para entregarte lo que te mandaron.
?Gracias, estaré allí.
Al siguiente día Beto apareció acompañado del Indio, lo presentó como el enlace. El traficante lo miró de pies a cabeza como examinándolo, y acto seguido, dirigiéndose a Beto, le preguntó:
?¿Compraste lo que te dije?
?Sí, ya lo tengo en la casa.
?Te llamo mañana para decirte dónde nos veremos y la hora exacta. Esto tiene que funcionar como un reloj, si a la hora acordada no está tu hombre, me voy y no habrá negocio ?fue enérgico y seguro en sus palabras.
?Despreocúpate, él estará en el lugar a la hora que tú digas ?Beto respondió en nombre de su amigo mientras este prefirió mantenerse en silencio.
?Esperen mi llamada, hasta luego ?dio media vuelta sin esperar la despedida.
?Te fijaste, el hombre toma las medidas requeridas para evitar cualquier contratiempo con la fiana, así tenemos que trabajar nosotros ?advirtió Beto como el estilo de trabajo a seguir para evitar problemas.
Pero al Indio le asaltaba una duda y prefirió descubrirla:
?¿Quién es el amigo a que hizo referencia el Guajiro?
?Mejor que no lo sepas, es una persona de mi confianza, con eso debe bastarte.
?¿Ya tienes los compradores?
?Tengo algunos, pero no van a ir cualquier día, será uno específico. Ahora vamos a mi casa para darte el dinero.
Al cabo de unos días el hombre hizo la llamada y el Indio recogió la marihuana. Beto, luego de meterle cabeza al asunto, y para evitar riesgos mayores, le propuso a su amigo comprar cervezas para vender a los clientes que vendrían por la droga, como máximo dos para cada uno y así evitarían borrachera. Le dio la posibilidad al Indio de quedarse con la ganancia y le advirtió que en su casa no se podía fumar.
?Los días serán sábados alternos porque estoy libre, tenemos que poner música para que parezca una fiesta ?añadió.
El negocio fue un éxito, cada dos sábados o domingos, según lo planificado, efectuaban la reunión a la que concurrían los compradores. Una noche, después de terminada la actividad del día, Beto se reunió con el Indio por ciertas indisciplinas que este estaba cometiendo.
?Tú eres como el choncholí que aunque le quemen el pico, sigue robando arroz, apenas cogiste dinero y ya comenzaste a comprar hierba, cuando comenzamos el negocio te advertí que no podías seguir fumando y lo estás haciendo, el sábado pasado tú estabas bolao como una cafetera, registré el bolsillo de tu pantalón y encontré picaduras de hierba, si sigues por ese camino, tendremos que romper el negocio, esta es la primera y última advertencia.
?Tú sabes que a mí me gusta, la compro con mi dinero pero si tú piensas que eso perjudica el negocio, la voy a dejar.
?Más te vale, ojalá cumplas tu palabra.
No funcionó el llamado de atención de Beto porque el Indio siguió fumando. Quince días después un agente del DTI le comunicó a Beto que el individuo estaba preso, le habían...