¿Es la maldad un latir innato anudado al espíritu bajo el oscuro conjuro con que la creación apresa al alma?... ¿o el mismo se desarrolla a base de experiencias? Haría falta una fuerte introspección, una mirada objetiva, un adentramiento consciente dentro del vasto terror que suscita el diario vivir y su amplia gama de escenarios. Habría que sincerarse en extremos nunca antes imaginados, para desnudar las mentiras con las que a diario convivimos. Los sucesos a los que el miedo, el horror dirigen, pueden ser escenarios copados de asombro y pena, vastamente imaginados en una utopía narrativa, pero, que, a su vez, son dueños, en un paralelo oscuro, de cualidades tonales tangibles, aptas tan solo en historias de universos prohibidos.
Cuando los miedos internos hallan en el exterior un refugio seguro, es el momento en donde el mundo se doblega ante la oscura voluntad que duerme en el alma, un recuerdo de lo divino, quien le deforma a voluntad, mientras se da rienda suelta al instinto, en actos irracionales (¿o no?) incapaz de un asombro genuino, dada nuestra cruel naturaleza. ¿Debe poseerse algún grado de valor para asesinar? ¿O hace falta, tan solo, soltar los nudos que atan a la locura, a la imaginación, la misma que a diario se manifiesta en los terrores propios de nuestra mezquina e indolente raza?
Muchas preguntas habrán de embriagar el ánimo, y muchas menos respuestas, se podrán deducir en un análisis primario. Son estos mismos cuestionamientos, tan impropios como impuros, anudados a lo maldito de su ser, los que envuelven a los personajes en los distintos círculos que se develan ante la crueldad del instinto, ante el espíritu de la muerte. Empero, más allá de una conclusión, o un dictamen universal, lo que hace interesante al mundo del horror, de la intriga, es la basta e infinita variedad donde este se puede diseminar hasta tomar rostro propio, y más aún, la capacidad que tiene para vivir más allá de los escenarios mencionados. Aun cuando la intriga es tan profunda, cuando muestra su cara en uno de los tantos marcos corrientes de la vida normal, lo es aterradoramente superior, con grados de un encanto sublime, cuando el telón que esconde el poder de mundos ajenos es develado; así mismo, tamañas porciones de algo similar al infierno habrán de toman una acción verdadera en el ánimo del presente, como si su origen se hallase perdido, adormecido en algún punto de nuestra memoria, en una parte del alma copada por la oscuridad de la ignorancia y la sumisión de la cual somos presas, y los fuertes vacíos en el origen mismo del hombre. Por tanto, el lector viajará rápidamente, en varias historias con algún corte similar, como en un álbum musical, pero cuya variedad y devenir en los personajes, realmente brindará una pequeña delicia en aquel universo tan denso como oscuro, como lo es la literatura de terror; universo en el cual, se le puede asegurar al alma que enfrentará su ánimo y su mirada ante las letras consignadas en estas páginas, y un maravilloso paseo por la más atractiva porción de la creación.