CAPÍTULO UNO
El Desflorador
M
e senté en el Skybar, mi lugar favorito al aire libre en Casablanca, donde se puede disfrutar de una vista panorámica de la costa con una iluminación estupenda. Conocido por su clientela de vanguardia y adinerada, es mi lugar favorito para el relax, sobre todo en verano. Estaba tomando mi aperitivo cuando sonó mi teléfono. El nombre de Andy apareció en el identificador de llamadas. Tomé la llamada y él se apresuró a hablar con su inconfundible acento londinense.
"Hola, amigo. Tengo un dilema. ¿Sabes ese reportaje que estoy escribiendo para la prensa inglesa sobre las bodas en el mundo?" Asentí con la cabeza, sin que él pudiera verme a través del teléfono. Continuó: "Necesito presentar una boda marroquí. Pienso en algo tradicional, en el campo. ¿Hay algo que puedas hacer para ayudar?"
Al instante me sentí lleno de satisfacción; conseguir este trabajo significaba para mí más de lo que otros marroquíes podían imaginar. Estaría bien pagado, me divertiría con reporteros extranjeros y no tendría que estar atrapado en una oficina, como tantos otros colegas y personas con trabajos corrientes.
Colgué el teléfono y llamé inmediatamente al Fixer. Un fixer es algo así como un manitas de los medios de comunicación, normalmente un reportero local contratado por un corresponsal extranjero o una empresa de comunicación para ayudar a organizar un reportaje. A menudo actúan como guías o traductores para ayudar a concertar entrevistas locales a las que otros corresponsales normalmente no tendrían acceso.
Tras negociar un buen acuerdo con el Fixer, al día siguiente este me llamó durante mi sagrada hora diaria de felicidad en el Skybar. Estaba eufórico por sus buenas noticias de que el proyecto avanzaría en unas dos semanas. Me dijo que habría una gran boda en Ketama, por lo que inmediatamente le transmití la información a Andy. Conociéndolo, sé que dio un salto de alegría cuando le conté la noticia, ya que Ketama es conocida como la Meca del cannabis. Los turistas vienen de todo el mundo para "disfrutar" de este oro verde.
No fumo cigarrillos en absoluto, pero debo decir que me encanta el olor del hachís. He tenido noches de insomnio en que he trabajado con editores para varios programas que tenían que emitirse en muy poco tiempo. Este estrés empuja a la mayoría de los redactores a fumar cannabis, conocido en Marruecos como hachís o "shit". Me he convertido en un fumador pasivo por mi adicción al olor.
Mi creciente entusiasmo se encontró con un creciente estrés en las dos semanas que precedieron al encargo. A pesar de mi intento de equilibrar otras entrevistas en persona que había planeado, artículos que tenía que presentar y personas que tenía que contratar, dejé de lado esas cosas para dar prioridad a esta oportunidad que, sin saberlo, me cambiaría la vida.
La noche anterior a la llegada de los reporteros cubrí un gran evento en Casablanca en el que el champán fluía como el Nilo y mi cabeza latía como un tambor. Mientras los esperaba en el aeropuerto, con resaca, y me quejaba al Fixer, me sentía como si estuviera al borde de la muerte, al tiempo que el caos de las ajetreadas calles de Casablanca bullía a mi alrededor. Listos para dejar la capital económica de Marruecos y huir de sus burdeles, el tráfico, el ruido y el estrés, cambiándolos por un paraíso verde llamado Ketama, Andy y su colega Phillip aterrizaron sanos y salvos en Marruecos, entusiasmados por salir de los caminos transitados y escapar de la civilización durante su estancia en la zona rural de Ketama.
"¿Cómo fue tu viaje?", pregunté.
"Sé que viajas todo el tiempo a Dubái, pero deberías probar el viaje Sídney-Dubái de diecisiete horas, la escala, y un vuelo de ocho horas a Casablanca", espetó Andy mientras empezábamos a dirigirnos al 4x4.
"Te entiendo. Ese vuelo Dubái-Los Ángeles casi me mata cada vez".
"Ese vuelo no tiene nada que ver con el que acabamos de tomar, y espero que podamos llegar a Ketama rápidamente", respondió Andy.
"Bueno, si por 'rápidamente' te refieres a un viaje de ocho horas en coche, entonces sí", bromeé.
"¡Vaya! ¡Esto no se acaba nunca!", gimió Philip.
Empezamos nuestro viaje poniéndonos al día, ya que no había visto a Andy desde mi viaje a Londres, dos años antes de esta misión. Y también fue una buena ocasión para conocer mejor a Phillip, ya que era la primera vez que nos encontrábamos.
En cuanto salimos de Casa sentimos una sensación de alivio, producida por el hecho escapar del caos y adentrarnos en el vacío del campo que rodea la carretera.
"¿Qué demonios hace esta gente a orillas de la carretera en medio de la nada?" preguntó Andy.
"Esta no es una sala de clase ejecutiva, mi estimado. Esta gente está esperando el próximo autobús que los lleve hasta su destino final", le respondí.
"¿No hay estación de autobuses?", preguntó Phillip.
"Aquí no hay un Victoria Station. No estamos en Londres. La gente del campo se limita a esperar a que la recoja quien pase por allí", respondí.
Tras casi ocho horas, llegamos por fin a Ketama. Los reporteros británicos quedaron sorprendidos por los aparentemente interminables campos de oro verde. No importaba la falta de infraestructura, porque la mirada en sus rostros ante la vista de estos campos de cannabis mostraba que era su propia forma de hipnosis.
El contacto del Fixer ya estaba allí, listo para la acción. Me pidió que recordara a los reporteros que bebieran discretamente sus cervezas en el coche y que no saludaran a las mujeres con velo dándoles la mano.
"¿Por qué?", pregunté sarcásticamente.
Mirándome como si debiera haberlo sabido, ladeó la cabeza y respondió: "¡Hombre, ya sabes por qué!"
Me dirigí a los reporteros y les expliqué que dar la mano a una mujer es ilegal, según una lectura específica del Islam. Un hombre no puede dar la mano a una mujer con la que podría casarse, por miedo a sufrir fornicación o hchouma. Hchouma es una palabra con la que todos los marroquíes crecen, y significa básicamente vergüenza. Una situación vergonzosa. Los reporteros se encogieron de hombros y parecieron desinteresados.
Mi papel en esta aventura fue informar a los reporteros extranjeros, traducir lo que me dijeron y explicarles que la mayoría de las chicas del campo se casan con sus primos. Para un estadounidense sería incesto, pero para un árabe es algo habitual.
Los reporteros se quedaron mirando asombrados cuando llegamos al douar. En el norte de África, y en particular en el Magreb, un douar es un pueblo que contiene pequeñas viviendas diseminadas por la zona.
"¡¿Está todo verde?!", gritó Andy.
"¡Claro que es todo verde! El cannabis es la única planta que crece aquí", comentó el contacto del Fixer.
"Este es mi nuevo destino favorito", añadió Phillip.
Mientras conducía hacia el hotel para ducharse y prepararse para ir a la ceremonia de la boda, Andy comentó que un grupo de personas salía de una mezquita y caminaba hacia un campo. "Mira a esos tipos; buenos musulmanes y buenos traficantes de hachís".
"No te fíes de ninguno de ellos. Son expertos en atraer a los turistas con falsas promesas", advirtió el contacto del Fixer.
"Buenos embaucadores musulmanes", añadió Phillip.
Supongo que el ruido del avión seguía silbando en sus oídos después de ese largo viaje Sídney-Casablanca y de su transferencia en Dubái.
Después de registrarse en el hotel, el contacto del Fixer preguntó: "¿Debo recogerte en una hora?"
"Quizá dos horas, para estar seguros", sugerí, sabiendo lo cansados que estaban todos y el hecho de que las bodas marroquíes siempre empiezan tarde.
"No más de dos horas, porque han llevado a la novia al pueblo más cercano para peinarla y todos los invitados estarán esperando a que vuelva, así que asegurémonos de estar allí para entonces", ordenó el contacto del Fixer.
Como todos estábamos emocionados por ver esta boda rural, estuvimos listos antes de que pasaran las dos horas. El conductor que nos llevó desde Casablanca no conocía las carreteras rurales, que tenían fama de ser estrechas y peligrosas, así que seguimos el vehículo del contacto local de Fixer hasta la boda.
Tras un breve viaje y una corta espera, un 4x4 negro decorado con flores y guirnaldas (el equivalente a una limusina en la ciudad) llegó con la novia. Para la ocasión se preparó una entrada con fanfarria a un trono en medio de varias mesas bajo el yoyou, que es una ululación realizada para honrar a alguien, también llamada zaghrit, costumbre ampliamente difundida en Marruecos y Medio Oriente. El...