I Primera conferencia de solidaridad de los pueblos de asia, África y América Latina
La celebración de la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina constituyó un acontecimiento de trascendencia mundial. Por primera vez se reunieron delegados de las organizaciones de lucha antimperialista y anticolonialista de los tres continentes, con el propósito de unificar esfuerzos para lograr la efectiva liberación del colonialismo y el neocolonialismo.
La base de sustentación del imperialismo es la explotación de los recursos del mundo subdesarrollado. Cuando esa base sufrió modificaciones por las luchas de liberación, las potencias coloniales recurrieron a todo su arsenal de medidas para mantener la dominación, que transitaban desde las guerras coloniales y las diversas formas de políticas punitivas hasta las diferentes variantes de neocolonialismo.
El neocolonialismo no se limita solo al control de la economía de los países dependientes, es también la intervención en sus asuntos internos, la subversión política, la corrupción de los funcionarios públicos con prebendas que favorezcan los intereses del capital monopolista, la penetración cultural, la deformación de la historia que brinda una versión edulcorada de la dominación colonial y la propagación de las distintas ideologías que pretenden destruir la conciencia nacional en aras de un falso universalismo.
El proceso de lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo impuso la solidaridad militante de los pueblos de los tres continentes, debido a una identidad de problemas y comunidad de aspiraciones en el movimiento de liberación de estos. Es necesario señalar que en África y Asia este proceso político se inició primero y la victoria de la Revolución Cubana incorporó a América Latina a él; la característica de los acontecimientos fue llevando a una confluencia de acciones en tanto las actividades agresivas del imperialismo tienen un carácter global, amenazando la autodeterminación, independencia, soberanía y seguridad de todos los pueblos del orbe.
En la Conferencia participaron más de 500 delegados de 82 países, que representaban organizaciones que mantenían diversos puntos de vista sobre los caminos de la liberación y del ejercicio de la independencia, lo cual hacía difícil acoplar todas las voluntades y todos los criterios sobre los asuntos tratados en esta, pero como los unía un anhelo común: la liberación del colonialismo y el neocolonialismo, y la búsqueda del desarrollo, es decir, el de una sociedad que brindara niveles decorosos de vida para sus pueblos, que solo se puede lograr mediante el retroceso de la dominación imperialista, fue posible alcanzar puntos de vista comunes sobre las cuestiones más importantes que enfrentaba el movimiento de liberación nacional a escala mundial. Ese fue el resultado más notable de la Conferencia, a nuestro juicio.
En sus resoluciones se ratificó que la batalla contra el imperialismo debía ser global, el derecho de los pueblos a la independencia política y al uso de todas las formas de lucha en pro de este objetivo; se explicitó la adhesión al principio de la eliminación de la explotación del hombre por el hombre; así como la necesidad de que los países liberados establecieran el control sobre sus recursos naturales básicos y buscaran formas de colaboración entre ellos.
La liberación nacional es un derecho que se han obstinado siempre en desconocer los imperialistas y, como derecho de los pueblos, es un deber insoslayable de los revolucionarios llevarla a cabo. Este aspecto no ha perdido vigencia en los tiempos que corren.
Remitimos al lector a la revisión de la Declaración General de la Conferencia, que incluimos en esta sección, para tener más detalles de lo allí acordado.
Durante el proceso de su organización, los imperialistas desarrollaron múltiples maniobras para hacer fracasar la Conferencia, incluso el secuestro y desaparición del presidente del Comité Preparatorio, El Mehdi Ben Barka.
Una vez culminada, por el filo anticapitalista y antimperialista de sus acuerdos, y el peligro que esto representaba para sus intereses, los imperialistas reaccionaron violentamente: en América Latina movilizaron a los gobiernos lacayos a través de la OEA, su ministerio de colonias, para estigmatizarla con las acusaciones de siempre.
A iniciativas del Gobierno del Perú se convocó una reunión urgente del Consejo Permanente de la OEA, el cual acordó enviar a la ONU una carta firmada por 18 gobiernos, acusándola de injerencia en los asuntos internos de esos países, amenaza extracontinental, etc.; también constituyó una comisión para elaborar medidas efectivas contra la Conferencia. Tamaña desvergüenza recibió una enérgica respuesta del Comandante Fidel Castro, que agregamos en la sección.
Otros documentos incluidos son el discurso de apertura del presidente de la República, Osvaldo Dorticós, las palabras del canciller cubano Raúl Roa al asumir la presidencia del evento, la declaración general de la Conferencia, el discurso de clausura del Comandante Fidel Castro y otros documentos que contribuyen a una visión de conjunto del significado de esta importante reunión.
Comprometidos en historia, presente y futuro con la lucha por la liberación de los pueblos4
Osvaldo Dorticós
Señores Delegados a la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina;
señores miembros del Cuerpo Diplomático:
Con regocijo singular, cumplo el gratísimo deber de dar a ustedes, en nombre del Gobierno Revolucionario de Cuba, la bienvenida afectuosa y alborozada con que nuestro pueblo recibe, en ocasión tan excepcional como esta, a los distinguidos representantes de los pueblos de Asia, África y América Latina que se han dado cita en La Habana en un encuentro de combatientes por la liberación nacional. Estas palabras iniciales de saludo no responden, señores delegados, a la necesidad de cumplir un trámite de protocolo o un elemental deber de cortesía y de gentileza oficiales. Es, por el contrario, la más sincera interpretación de los sentimientos unánimes del pueblo cubano ante la presencia fraterna de ustedes. Es el testimonio de saludo de un pueblo cuya personalidad y temperamento han sido forjados en la lucha, a los hermanos de otros países, luchadores también por los mismos ideales de progreso, de libertad y de combate antimperialistas.
Durante estos breves días en que las tareas preliminares a la Conferencia han demandado vuestra convivencia entre nosotros, sé que han tenido más de una oportunidad de constatar el calor de la acogida de nuestro pueblo y de apreciar, además, las hondas motivaciones del júbilo que han provocado la presencia de ustedes en nuestra Patria. [.]
Es alto el honor para Cuba de haber sido escogida como sede de esta Conferencia. Estamos convencidos de su significación, de cuánto representa y de cuán útiles pueden ser las tareas que desde hoy emprende, las conclusiones y declaraciones que acordare en los días siguientes, el espíritu de combate y de solidaridad que ha de presidirla y el estímulo y aliento que ha de implicar para todos los pueblos del mundo. Solo el hecho de que esta sea una oportunidad de encuentro entre los más genuinos representantes de los movimientos revolucionarios y progresistas de Asia, África y América Latina y la sola circunstancia de que esta Conferencia propicia el diálogo y el conocimiento recíproco, constituyen fundamentos bastantes para elevar a rango histórico la transcendencia de este evento. Es por ello que la atención mundial está hoy concentrada en torno a esta Conferencia [.].
¿Qué justifica una reunión de representantes de pueblos de estos tres continentes? ¿Qué une a los millones de hombres y mujeres de Asia, de África y de América Latina? ¿Cuáles son los objetivos comunes capaces de propiciar una reunión como esta? Idiomas distintos, peculiaridades nacionales diversas, razas diferentes, tradiciones múltiples y grados varios de desarrollo económico y cultural no constituyen obstáculos para esta reunión ni para la unidad de propósitos que la convoca. Es, sencillamente, que con independencia de los caminos estratégicos o tácticos que incumbe escoger a cada pueblo, todos los que aquí están representados tienen entrañablemente comprometida su historia, su presente y su futuro, en la lucha por la liberación definitiva y la soberanía; por el progreso y desarrollo económico y cultural; por el fin de la miseria y del analfabetismo; por la liquidación de las formas coloniales y neocoloniales de explotación de los pueblos; por la derrota del enemigo imperialista.
Estos objetivos son comunes a los pueblos de los tres continentes, tanto a aquellos que han logrado transformarse en naciones independientes y pugnan hoy por garantizar esa independencia y su progreso en medio del soborno, de la agresión y del chantaje imperialista; como a los pueblos que obtuvieron una independencia formal y cuyos gobiernos, sometidos servilmente a los intereses imperialistas, sirven en sus países respectivos de guardianes de la explotación y de la miseria; como también a los pueblos que ni siquiera han ganado la...