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Relación verdadera de todo lo que sucedió en la Jornada de Omagua y Dorado que el gobernador Pedro de Orsúa fue a descubrir por poderes y comisiones que le dio el visorey marqués de Cañete, desde el Perú, por un río que llaman de Amazonas, que por otro nombre se dice el río Marañón, el cual tiene su nacimiento en el Perú, y entra en el mar cerca del Brasil. Trátase asimismo del alzamiento de don Fernando de Guzmán y Lope de Aguirre, y de las crueldades de estos perversos tiranos
Fue el gobernador Pedro de Orsúa, de nación navarro; era caballero, y Señor de la Casa de Orsúa hombre de gran habilidad y experiencia en los descubrimientos y entradas de indios. Descubrió y pobló en el Nuevo Reino de Granada la ciudad de Pamplona; anduvo en la conquista de los Musços y los pobló; y anduvo por capitán en la jornada de Tairona y en otras partes del dicho Nuevo Reino. Y en el Nombre de Dios y Panamá, le encargó el marqués de Cañete la guerra contra los negros cimarrones, que hacían gran daño en aquella tierra; la cual hizo con tan buena maña y solicitud, que destruyó, prendió y mató muchos de los indios negros, y a los demás dejó tan escarmentados y medrosos, que por muchos días no osaron hacer más daño; y acabada esta guerra, pasó al Perú en fin del año de 1558 años; y habiendo entendido el dicho marqués de Cañete su valor y habilidad, le encargó la jornada del Dorado, con otras muchas provincias y tierras comarcanas, de que se tenía gran noticia en los reinos del Perú, así por las grandes cosas que dijo haber visto el capitán Orellana y los que con él vinieron desde el Perú por este río del Marañón abajo, donde decían que estaban las dichas provincias, como por lo que dijeron ciertos indios brasiles, que desde su tierra subieron por este Río arriba, descubriendo y conquistando, hasta que llegaron al Perú, al tiempo que estaba en él el presidente Gasca.
Dieron por relación estos indios brasiles que salieron de sus tierras, que son en la costa del Brasil, más de diez o doce mil dellos, en muchas canoas, con sus mujeres y hijos, y con ellos dos españoles portugueses, y el uno decían que se llamaba Mateo, a buscar mejor tierra que la suya; y según lo que yo más creo, a hartar sus malditos vientres de carne humana, la cual todos ellos comen, y se pierden por ella. Tardaron en subir al Perú por este dicho Río más de diez años; y de los doce mil indios, solamente llegaron hasta trescientos, con algunas mujeres, y vinieron a dar a un pueblo que se dice Chachapoyas y así, se quedaron entre los españoles. Murieron en el dicho Río en guerras y guazavaras que con los naturales dél tuvieron estos indios. Decían tan grandes cosas del Río y de las provincias a él comarcanas, y especialmente de la provincia de Omagua, así de la gran muchedumbre de naturales, como de innumerables riquezas (que), pusieron deseo a muchas personas de las ver y descubrir. Pues destas Provincias y Río, el marqués de Cañete, visorey del Perú, hizo gobernador a Pedro de Ursúa, en nombre de su majestad, con muy bastantes poderes y provisiones, y cumplidísimos límites, y con grande ayuda de costa de la caja de su majestad.
Principio del año de 1559, publicó el gobernador Pedro de Orsúa sus provisiones por todo el Perú y otras partes, y luego se partió el mismo Pedro de Orsúa de la ciudad de Lima hasta veinticinco hombres, los más oficiales de hacer navíos, y con doce negros carpinteros y aserradores; y llevando asimismo muchas herramientas necesarias, clavazón y brea y otras que competen para nacer navíos; y con este aparejo fue a la provincia de los Motilones, que es en las montañas del Perú, a un río grande que por allí pasa, donde habían salido los indios brasiles que habemos dicho, y buscando el asiento más cómodo, fundó un astillero en la barranca deste río, 20 leguas abajo, en un pueblo de españoles que estaba poblado en la dicha provincia, llamado Santa Cruz de Capocovar, que había un año que le había poblado un capitán, Pedro Ramiro; y dejando a un capitán por su teniente en el armada, que era el dicho Pedro Ramiro, y a un maese, Juan Corso, por maese mayor, les mandó que hiciesen ciertas barcas y navíos, y él se tornó a la ciudad de Lima a hacer gente y buscar lo que le faltaba para el aviamiento de su jornada.
Esta provincia de los Motilones se llama así porque solo estos indios se han hallado trasquilados en todo el Perú. Esta tierra es muy fértil, en especial de maíz y algodón, y los indios andan vestidos de costales. Este río que por ella pasa es muy caudal y poderoso, sin comparación mayor que los ríos de España; nace en el Perú en la provincia de Guanuco; es caudal casi desde sus nacimientos, pero es innavegable por más de 300 leguas, porque pasa por tierra áspera y de grandes sierras y peñascos, de que se causan grandes saltos y velocísimas corrientes en esta provincia de los Motilones. Subieron por este río los indios brasiles, y desde aquí se fueron por tierra al pueblo de Chachapoyas, por donde tuvieron noticia íbanse a favorecer entre los españoles, viéndose ya los indios pocos.
Partido el gobernador Pedro de Orsúa de su astillero para la ciudad de Lima, para acabar de aderezar su jornada, por la poca posibilidad que tenía, en especial de dineros, y por lo mucho que le faltaba, se detuvo por allí casi año y medio, y estuvo en un punto de deshacerse la jornada, porque a esta sazón vino nueva de España que su majestad había nuevamente proveído por visorey del Perú a don Diego de Acebedo, con la cual nueva el marqués de Cañete no le hacía ni osaba hacer tantas mercedes y favores como al principio; y los Oidores y vecinos del Perú decían que no convenía que se hiciese junta de gente en tal tiempo; y estando en estos términos, vino otra nueva que don Diego de Acebedo se había muerto en Sevilla, viniendo del Perú, y con esto el marqués le tornó de nuevo a favorecer más que de antes, aunque no fue sin alguna sospecha de la gente del Perú, porque se dijo públicamente que el marqués de Cañete, teniendo recelo de la cuenta que le venían a tomar, y que también enojado y afrentado porque su majestad le removía el cargo, quería, en achaque de la jornada, juntar gente para se alzar con el Perú contra su majestad, y tener a Pedro de Orsúa, que era hechura suya, por su capitán y valedor, para que, acabada de juntar la gente, revolviese sobre el Perú; lo cual fue mentira e invención de hombres malos y deseosos de motines.
Todo este tiempo anduvo Pedro de Orsúa por el Perú sin volver a su astillero, buscando gente y dineros para se acabar de aviar; y entre algunas personas le prestaron unos a 1.000 y otros a 2.000 pesos, y otros más y menos, con algunas deudas y falta de cosas necesarias que le daban pena; y echando cada día gente por delante, y despachando negocios, a cabo de año y medio, o poco menos, vino a un pueblo que llaman Moyo Bamba, y había allí un clérigo, llamado Portillo, que era cura y vicario; el cual pueblo de Moyo Bamba está cerca de su astillero. Este Clérigo estaba rico, y tratando y conversando con Pedro de Orsúa, según se entendió, le dijo que se hiciese de suerte que él fuese cura y vicario de la dicha jornada, y que él le prestaría 2.000 pesos, y el gobernador le prometió lo que pedía; y teniendo por cierto los 2.000 pesos, envió a comprar algunas cosas, y al tiempo de pagarlas el Clérigo se arrepintió de lo que había dicho primero a Pedro de Orsúa y no quiso dar los dineros; y visto por el gobernador, movido de extrema necesidad, buscó manera cómo se los sacase, y entre él y ciertos soldados suyos concertaron lo que diré. Estaba un don Juan de Vargas, soldado del dicho gobernador, a quien después hizo su teniente general, herido de una o dos cuchilladas y retraído en la iglesia de dicho pueblo, el cual, con don Fernando de Guzmán y con Juan Alonso de la Bandera y un Pero Alonso Casco, y otro Pedro de Miranda, mulato, por concierto hecho con el gobernador, el Pedro de Miranda, una noche muy oscura, a media noche, desnudo, en camisa, fue en casa del dicho Clérigo, y llamando a la puerta a muy gran prisa con grandes golpes, fingiendo alteración, le dijo que el don Juan de Vargas se estaba muriendo, que le rogaba por amor de Dios que le fuese a confesar; y el Clérigo le creyó y salió de su casa medio desnudo a mucha prisa, y llegando a la iglesia, que está fuera de la conversación de las casas del pueblo, los soldados arriba dichos, con arcabuces y las mechas encendidas, le tomaron en medio dentro de la iglesia y con temor que le matasen, le hicieron firmar un libramiento de 2.000 pesos, que ellos traían hecho, para un mercader en cuyo poder el Clérigo tenía los dineros, y así desnudo como estaba, sin le dejar volver a su casa ni hablar con nadie, lo hicieron subir en un caballo, y aquella noche, contra su voluntad, lo llevaron a los Motilones y allí le hicieron dar lo demás todo que le quedaba, que serían otros 3.000 pesos. Había, según fama, hurtado este Clérigo estos dineros a sí propio y a su comer y vestir, tratando mal y laceradamente su persona por los ahorrar; y así, permitió Dios se perdiesen los dineros, y el Clérigo murió en la jornada laceradamente, y todos los que hicieron la fuerza murieron a cuchillo, sin que ninguno saliese vivo de la jornada. Esto hecho, el gobernador y sus amigos echaron fama que el Clérigo había querido parecer forzado, sin serlo, porque no le tuviese a mal su Perlado haber dejado el cargo sin su licencia, y el pueblo sin sacerdote.
Partió el gobernador de Moyo Bamba para el pueblo de Santa Cruz, que es en los Motilones, y, llegado allá, mientras se aderezaba la partida, porque había mucha gente y en el...
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