Capítulo I. El ocio: en búsqueda del mejor amigo de los jubilados
El problema de la falta de ocio en los jubilados
La transición del servicio activo al retiro se produce, generalmente, sin ninguna preparación previa. En consecuencia, las personas jubiladas, de repente, se encuentran desorientadas frente a su nueva condición, y aunque lleguen a percibir los efectos de un estilo de vida poco saludable, desconocen sus causas y, sobre todo, la manera de mejorar y mantener su calidad de vida (Bernal, 2006). Por lo tanto, uno de los mayores problemas de las personas que se jubilan es la falta de conocimientos y habilidades para planificar y disfrutar de su tiempo disponible.
Las cifras demuestran que la adaptación para la jubilación solamente se logra en dos de cada tres jubilados, es decir, uno de cada tres jubilados experimenta dificultades de adaptación a su nuevo rol y algunas dificultades para hacer la transición del final del trabajo (Braithwaite & Gibson, 1987; Bosse, 1991; Jensen-Scott, 1993; Theriault, 1994). Por ejemplo, en un estudio se observó que no trabajar significa un problema vital para 38% de las personas jubiladas y prejubiladas. Que 33% de las personas consideran su jubilación como un tiempo de descanso y recuperación y que solamente 29% da importancia al ocio durante su jubilación (Opoaschowski, 1988). Es decir, pocos jubilados se decantan por la práctica del voluntariado social o del ocio creativo y obtienen satisfacción abundante por la decisión valiente y decidida que tomaron (Cuenca, 2009). El resto de los jubilados, que son la gran mayoría, no saben qué hacer con sus horas disponibles. Al respecto, el Instituto de Estudios de Ocio informó que 41% de jubilados volvería a trabajar, sobre todo por falta de adaptación a la jubilación y presencia de un concepto negativo del ocio, que en 48% de los casos lo identificaron como actividades para matar el tiempo (Santisteban, 1992).
La falta de adaptación a la jubilación se manifiesta en las personas con síntomas físicos, mentales y sociales en el denominado síndrome del jubilado (Moragas, 2001). En las alteraciones físicas se puede presentar insomnio, cefaleas, hipertensión, trastornos digestivos y cardiovasculares. Dentro de las alteraciones mentales se pueden hallar estrés, ansiedad, pesimismo, depresión, alcoholismo y reducción de la libido. Como alteraciones sociales se puede encontrar la pérdida de relaciones, soledad, dependencia y violencia doméstica. Además, la ausencia de ocio condena al ámbito cerrado de la propia cotidianidad, por eso la educación del ocio es algo urgente para los jubilados, y para los que están próximos a su jubilación, porque la ausencia de trabajo (que llenaba casi todas las horas de su vida) los puede dejar con una vida sin sentido (Cuenca, 2009).
Para llevar a cabo un ocio personal, comunitario, libre y solidario se necesita formación. Por lo tanto, la integración de la educación del ocio en el proyecto educativo de los nuevos ciudadanos debe ser una tarea urgente y necesaria. Sin embargo, dado que no todo el ocio es bueno, un reto importante en los jubilados es desarrollar un ocio suficientemente significativo, capaz de ocupar el tiempo libre con sentido, sobre todo cuando entre las actividades menos practicadas son salir a los espectáculos (teatro, cine, ópera o conciertos), visitar galerías de arte y practicar algún instrumento musical, siendo el hogar el mayor centro de la actividad de ocio y recreación de las personas de mayor edad (Cuenca, 2009).
En sus hogares, las personas mayores leen el periódico, escuchan radio o ven televisión para sentir que disponen de grandes beneficios como entretenimiento, compañía, información, cultura, motivos de conversación, contacto con la realidad, acercamiento a los jóvenes y al presente, fomento de la lectura, creación de un espíritu crítico, ampliación de conocimientos y de vocabulario, seguridad personal que proporciona saber de qué hablar, adaptarse a la sociedad, distraerse y no perder el contacto con el mundo (Sevillano, 2004). Sin embargo, el desarrollo unilateral de esas actividades puede provocar una visión trágica del mundo, confusión, desilusión y rabia ante la situación que se presenta en la sociedad actual, porque muchas veces no entienden lo que ven o escuchan. Incluso los medios electrónicos de comunicación pueden ser liberadores o enajenantes, por eso, hoy más que nunca, es necesario ahondar en la importancia del fomento educativo del ocio, ya que su lado positivo permite liberar a las personas, romper barreras y recompensar la existencia de carencias y sinsabores (Cuenca, 2009).
En ese sentido, la formación no es sólo una posibilidad de ocio creativo para los mayores, es también un elemento facilitador de la participación en ocio y un factor de prevención muy importante. Las personas mayores que tienen una intensa participación en el ocio tienen un menor riesgo de enfermedades, una mayor apertura y capacidad de servicio y una probabilidad menor de conflictividad. Porque la interacción es la base de todo Desarrollo Humano. Visto económicamente, la participación en ocio reduce el gasto público en enfermedades, medicinas y atenciones, al mismo tiempo que fortalece el desarrollo de un grupo de población solidaria, que puede ejercer su acción en aspectos diversos y beneficiosos para su comunidad (Cuenca, 2009).
Uno de los principales referentes que apoya la formación del ocio se encuentra en la publicación de la Carta sobre educación de ocio, donde el ocio se define como: «un área específica de la experiencia humana con sus beneficios propios, entre ellos la libertad de elección, creatividad, satisfacción, disfrute y placer, y una mayor felicidad. Comprende formas de expresión o actividad amplias, cuyos elementos son frecuentemente tanto de naturaleza física como intelectual, social, artística o espiritual» (World Leisure & Recreation Association, 1993). Esta visión, si bien fue impulsada por los pensadores estadounidenses, pronto fue aceptada en Europa tanto por la tradición anglosajona como por expertos de la Europa mediterránea, considerado en toda su amplitud y desde un punto de vista general, como un área de experiencia, un recurso de desarrollo, una fuente de salud y prevención de enfermedades físicas y psíquicas, un derecho humano que parte de tener cubiertas las condiciones básicas de vida, un signo de calidad de vida y un posible potencial económico. Por otro lado, el consenso se puso de manifiesto en el VI Congreso Mundial de Ocio de la WLRA, celebrado en la sede de la Universidad de Deusto, en Bilbao, en junio del año 2000, con el tema «Ocio y desarrollo humano». Tanto las propuestas iniciales realizadas por expertos de diferentes países, como las publicaciones posteriores recogidas en la colección Documentos de Estudios de Ocio UD dejan constancia de ello (Cuenca, 1995).
Beneficios del ocio durante la jubilación
El tiempo se estructura en cuatro áreas:
- 1. Tiempo psicobiológico para necesidades fisiológicas y psíquicas.
- 2. Tiempo socioeconómico para trabajar.
- 3. Tiempo sociocultural para la vida en sociedad.
- 4. Tiempo de ocio para actividades de disfrute personal y colectivo (Munné & Codina, 1996).
El tiempo de ocio no debe confundirse con el tiempo libre (este tiempo puede estar destinado a cualquiera de las cuatro áreas y resulta cuando no se usa en ellas) ni con el tiempo disponible, aunque ambos pueden emplearse para el ocio. El ocio es un fenómeno ambivalente porque puede ser fuente de lo más creativo o lo más patológico socialmente ya que promueve tanto el desarrollo humano positivo (juego y deporte) como negativo (pasividad, privacidad, alienación). Es, además, un instrumento de terapia y formación. Es multiforme, porque cada época aporta una forma propia del ocio y está afectado por los cambios socioculturales, y no se contrapone al trabajo.
En la modernidad, el ocio se emplea de las siguientes formas:
- 1. Ocio creativo.
- 2. Ocio para recuperar las tensiones, frustraciones y fatiga del trabajo.
- 3. Ocio para ostentar.
- 4. Ocio para pasar (perder) el tiempo.
- 5. Ocio para consumir bienes y servicios.
- 6. Ocio para el uso de tecnología.
- 7. Ocio para contribuir a la mejora ecológica global (Munné & Codina, 1996).
Las investigaciones del ocio responden a cuatro tradiciones culturales distintas.
- 1. La tradición germánica, caracterizada por estudios antropológicos y pedagógicos, fundamentada en la escuela de Frankfurt, está orientada hacia la crítica social.
- 2. La tradición soviética, fundamentada en el pensamiento de Carlos Marx, promueve el desarrollo social e integral de los individuos, sobre todo en los partidos políticos.
- 3. La tradición francesa, como escuela funcionalista, busca la formación de los adultos y la animación cultural.
- 4. La escuela anglosajona, que promueve el ocio en actividades al aire libre y centra sus investigaciones en problemas prácticos de infraestructura y organización (Munné & Codina, 1996)....