Si nuestro corazón no es domado, estamos espiritualmente muertos.
Si nuestro corazón no es cultivado, permitiremos que el mal lo envenene.
El corazón es como una fortaleza en la que el enemigo, Satanás, busca entrar y ocupar.
Tal como están nuestras vidas ahora, somos simplemente los sirvientes de nuestros corazones que controlan nuestras vidas y que también están siendo controlados por un mundo sin corazón lleno de las mentiras del Maligno.
Cuando Jesús vino a esta tierra, realizó extraordinarios actos de poder como expulsar demonios, sanar a los enfermos y resucitar a los muertos.
¿Dónde estaba la fuente de estos logros divinos de Jesús?
Como hijo de Dios, estuvo permanentemente en contacto sustancial con la presencia de Su Padre en el cielo, y estando lleno del Espíritu Santo, siempre estuvo lleno de sabiduría y guía, y todas estas características espirituales le llegaron a través de Su corazón que estaba vivo y lleno de luz y del fuego del reino de los cielos.
Nuestro corazón es el centro mismo que controla nuestras vidas, y si vivimos en un mundo lleno de oscuridad es porque esa es la condición de nuestros corazones humanos.
Aparte del reino de Dios, el resto es oscuridad y muerte.
El corazón de Jesús es un portal, y si pasamos por este portal, fusionando nuestro corazón con Su corazón, tendremos acceso a Su camino, Su verdad y Su vida, que es la única manera de vivir con guía y protección divina en este mundo caído.
Si buscamos la puerta al reino de los cielos, el corazón de Jesús nos está esperando.
